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Las leyes de etiquetado frontal son esas regulaciones que obligan a a ponerle etiquetas con forma de octógono a todos los alimentos que hacen mal al cuerpo pero bien al alma. Podés seguir comiendo todo el chocolate que quieras, pero cada paquete te va a recordar lo mal que hacés.
A algunos les parecen bárbaro, otros las odian. Acá dejamos que los datos hablen. Hoy escribí sobre lo que sabemos los economistas del etiquetado frontal.
Espero que te guste. Gracias por leer.
Las preguntas de hoy
¿Sirve el etiquetado frontal?
¿Nos hace consumir más saludablemente?
¿Cómo reaccionan los productores de alimentos?
“Necesitan que el Estado les diga que las galletitas dulces tienen muchas calorías, qué boludos son los comunistas” (N. de R.: ‘comunista’ en Argentina refiere a todo aquel que considere que está OK que exista el Estado).
Algo así leí en Twitter hace poco. Se refería a la nueva ley de etiquetado frontal argentina, que obliga a que algunos productos se vean como la imagen de abajo.
El tweet puede tener un punto. Si ya sabemos lo que comemos, entonces para qué meterse. ¿No es obvio que las galletitas dulces engordan?
Dejame desviarme 30 segundos. ¿Viste que en USA el impuesto a las ventas no se incluye en el precio de etiqueta? Si vas a USA de turista, tal vez la primera vez que compres te sorprendas cuando llegues a la caja y termines enterándote que el $9.99 de la etiqueta en realidad son $10.80. Pero eso porque sos turista. Para la gente que vive ahí, que hace compras todos los días de su vida desde hace décadas, no debería haber ninguna sorpresa, ¿no? Es decir, que el precio de la etiqueta diga $10.80 (incluyendo tax) o diga $9.99 (+tax) mucha diferencia no debería hacer sobre sus patrones de consumo porque el precio es el mismo. Bueno, Raj Chetty y coautores mostraron que ponerle el impuesto a la etiqueta reduce en 25% la cantidad de unidades compradas.
¿Qué quiero decir con esto? Que aún hasta la información más obvia, la que conocemos bien, la que experimentamos todos los días, muchas veces nos pasa por el costado. O sea que no, tal vez no sea obvio que las galletitas engordan.
El argumento de los que defienden las leyes de etiquetado es que, sin etiquetas, subestimamos lo insalubres que son los alimentos que compramos (así como los americanos subestiman el precio final del producto que ven todos los días en el CVS). Si es así, tal vez las etiquetas puedan corregir esa percepción equivocada y ayudarnos a elegir alimentos saludables.
Pero el problema, desde el punto de vista económico, es muchísimo más complejo. Pensá en todos los cambios de comportamiento que pueden derivar del etiquetado frontal. Por ejemplo, si los consumidores bajan su consumo de productos con etiqueta, probablemente los reemplacen por otros: ¿cuáles?
Y no se termina ahí. Los productores de alimentos también juegan. Si el etiquetado reduce la demanda de galletitas dulces, tal vez al productor le convenga reducir la cantidad de azúcar para quedar abajo del umbral de etiquetado y evitar la etiqueta. O cambiar su precio.
Cuando cambia el precio (o la composición de los alimentos) los consumidores vuelven a jugar. Y luego los productores. Y así.
En comparación con el punto inicial (antes de la introducción del etiquetado), al final del proceso habrá un nuevo equilibrio, con otra composición de azucar y calorías, otros precios, otro consumo de alimentos saludables. Los mejores papers en economía son (para mí) los que logran estimar como la introducción de una política causa que cada una de estas variables se mueva del estado inicial al final.
Casi ningún paper hace tanto, pero algunos se le acercan bastante. Uno de ellos es uno de mis preferidos de los últimos años, de los chilenos Nano Barahona, Cristobal y Sebastián Otero, quienes escribieron un maravilloso trabajo estimando el impacto que tuvo la introducción del etiquetado frontal en Chile, que empezó en 2016. El paper se centra en un producto particular (que no son las galletitas dulces): los cereales.
Vamos por partes.
¿Necesitamos que el Estado nos diga que las Zucaritas engordan para darnos cuenta? Para responder esa pregunta, los autores entrevistaron a consumidores (en Argentina, porque necesitaban las respuestas de personas que vivan en países en donde no existía todavía el etiquetado frontal) para estimar sus creencias acerca del contenido calórico y de azúcar de un grupo de cereales procesados que se venden en Chile.
En la figura de abajo (con perdón a los autores, las líneas rojas las agregué yo), muestran la relación entre lo que la gente cree (eje Y, vertical) y lo que los productos realmente contienen (eje X, horizontal). El de la izquierda es sobre contenido de azúcar y el de la derecha sobre contenido calórico. Si los puntitos están muy por abajo de la lína roja, entonces el contenido, por ejemplo de calorías real es mucho mayor de lo que creemos. Si está por arriba, entonces estaríamos sobre-estimando, por ejemplo, el contenido calórico. ¿Y? ¿Necesitamos que el Estado nos diga que un cereal ultraprocesado tiene muchas calorías?
El del azucar (izquierda) está mal, pero no tan mal. El de las calorías (derecha) es otra historia: casi todos los puntitos están bien por debajo de la línea roja. Subestimamos sistemáticamente (y por mucho) el contenido calórico de los cereales.
Conclusión #1: los consumidores subestimamos el contenido calórico (y en algunos casos de azúcar) de los productos.
Si tenemos esos errores, es posible que cuando nos avisen (con la etiqueta), cambiemos nuestro comportamiento. Los autores consiguieron datos de TODAS las transacciones de Walmart Chile (productos, precios, cantidades vendidas, info nutricional) entre 2015 (antes de la introducción de la ley) y 2018.
Para medir el impacto causal de una política los economistas tenemos muchas estrategias. En el mejor de los casos, hacemos un experimento. Por ejemplo, podríamos aleatorizar tiendas (y/o productos), tirar una moneda y ponerle etiquetas a algunos y a otros no y después medir cómo cambia el consumo. Eso imposible en este caso. Lo que hacemos entonces es usar estrategias que llamamos cuasi-experimentales.
Si sabés lo que es un diff-in-diff, recomiendo dejar de leer los próximos párrafos (hasta que dice “Sigamos”).
Pensemos en el caso chileno: antes de la ley ningún producto tenía etiquetas, después de la ley algunos productos (los no saludables) empezaron a tener etiquetas y el resto no. Nuestro objetivo es saber si poner etiquetas causó una reducción en el consumo de productos no saludables.
(a) Imaginate que nos paramos en 2017 (post-ley). Computamos la cantidad de cereales vendidos de productos no saludables y saludables y nos da que los no saludables se venden 20% menos. ¿Esto significa que el etiquetado redujo 20% el consumo de productos no saludables? No. Tal vez antes de la ley también se vendían 20% menos.
(b) Imaginate que nos paramos antes de 2016 (pre-ley) y luego en 2017 (post-ley) y comparamos la cantidad de cereales no saludables vendidos en cada momento. Encontramos que las ventas cayeron 20%. ¿Esto significa que el etiquetado redujo 20% el consumo de productos no saludables? No. Tal vez pasaron otras cosas en el tiempo (por ejemplo, hubo una recesión y cayó 20% el consumo de todo).
Imaginate que combinamos (a) y (b). Computamos la diferencia de consumo de saludables y no saludables (a), antes y después de la ley (b). Encontramos, por ejemplo, que el consumo de cereal con etiqueta (no saludable) cayó 30% y el consumo de cereal sin etiqueta (saludable) cayó 15%. Es decir, el no saludable cayó el doble. Tal vez hubo una recesión que hizo que cayera el consumo de todo (como en (b)), pero eso en este caso no nos afecta porque estamos detectando que, si bien la recesión afectó a los dos, uno cayó más que el otro. Fijate también que no estamos comparando “niveles” de consumo (como en (a)), sino diferencias: tal vez el cereal no saludable siempre se vendió menos que el otro, pero eso no nos afecta porque estamos mirando la diferencia en el consumo de un cereal contra si mismo.
Algo así (pero un poquito más complicado) es lo que los economistas llamamos diferencias-en-diferencias y (bajo ciertos supuestos) nos sirven para identificar efectos causales aún cuando no hay experimento.
Sigamos.
En el caso de la ley de etiquetado en Chile, la ley se introdujo en 2016 y se establecieron umbrales de etiquetado (arriba de X calorías, va etiqueta, arriba de Y de azúcar, va etiqueta). Antes de 2016, ningún producto tenía etiquetas. Después de 2016, algunos tenían y otros no. O sea que podríamos comparar el comportamiento de los consumidores antes y después de 2016, entre productos con y sin etiquetas.
(Voy a ignorar impunemente los detalles técnicos). En el gráfico de arriba están las fechas en el eje X. Hay dos líneas horizontales porque primero se introdujo un tipo de etiqueta (primera) y después todas las etiquetas (segunda). Los puntos en el eje Y (vertical) muestran la diferencia entre la cantidad de transacciones de productos que eventualmente recibieron versus NO recibieron alguna etiqueta. Un valor positivo significa mayor consumo de productos con etiqueta en un momento particular del tiempo y viceversa.1
Antes de 2016 la diferencia de consumo entre productos saludables y no saludables más o menos era siempre la misma (da vueltas alrededor del 0). Introdujeron las etiquetas e inmediatamente el consumo de productos con etiqueta (en comparación con los otros) cayó sustancialmente y se mantuvo en el tiempo. La caída en promedio (en cantidades) es de 26.4%.
Hay más. Recuerden que los autores midieron las creencias que la gente tenía sobre las calorías y azúcar contenidos en cada producto. Si la gente baja el consumo de alimentos poco saludables porque desconocía su contenido nutricional, entonces el efecto debería ser mayor en los productos cuyas creencias sobre su contenido son más inexactas. Por ejemplo, si ya se sabía que las Zucaritas tienen mucho azúcar, pero no se sabía que los Trix también, entonces es de esperar que el etiquetado disminuya el consumo de Trix pero no de Zucaritas.
Los cuadrados azules son los productos que la gente pensaba que tenía pocas calorías (y tenían muchas) y los cículos rojos son los que la gente pensaba que tenían bastantes calorías (y estaban en lo cierto). La política afectó más el consumo de productos que más equivocados estaban los consumidores.
Conclusión #2: cuando se introdujeron las etiquetas, los consumidores reaccionaron inmediatamente, consumiendo MUCHO menos productos no saludables (especialmente aquellos que pensaban que eran saludables).
Jugaron los consumidores. Ahora le toca a los productores. Si el umbral de calorías para una etiqueta es 350, entonces tal vez me convenga hacer un esfuerzo y pasar de, no sé, 360 a 349. El gráfico muestra la distribución de calorías por producto antes (2016, izquierda) y después (2018, derecha) de la ley. Las líneas horizontales muestran el umbral de 350. La barra altísima del gráfico de la derecha muestra un montón de productos que tienen justo un poquito menos de 350 calorías. En 2016 eso no pasaba (la barra alta dice que había un montón de productos con 370 calorías) porque no había etiquetado.
Conclusión #3: cuando se introdujeron las etiquetas, los productores reaccionaron, reduciendo el contenido calórico de sus productos para que queden justo por debajo del umbral para recibir etiquetas. Las calorías promedio por producto bajaron.
Jugaron los consumidores (consumen menos). Jugaron los productores de alimentos (cambian contenido calórico). Lo esperable es que todos estos movimientos tengan efecto en los precios promedio de los alimentos con y sin etiqueta.
El paper usa la misma metodología que usaba para estimar el cambio en el consumo de productos con y sin etiqueta, antes y después de la introducción de las etiquetas pero para estimar el efecto en precios promedio (figura arriba). Los valores negativos después de la política dicen que los precios de productos con etiqueta se redujeron en 5.5% en comparación con los precios de los más saludables.
Conclusión #4: cuando se introdujeron las etiquetas, los precios de los productos más saludables se volvieron relativamente más caros.
¿Y al final? ¿Está bien poner etiquetado frontal? Depende. Cae el consumo de alimentos menos saludables (bien), se reduce el contenido insalubre de los alimentos (bien), pero el precio de los productos saludables aumenta (mal). ¿Qué diríamos del éxito de la política si, por ejemplo, el consumo de alimentos entre los más pobres es muy sensible a los precios y termina haciendo que el consumo insalubre aumente entre pobres?
Para los interesados sugiero leer el paper completo. En el caso chileno, encuentran que el efecto del etiquetado en la caída de consumo de cereales no saludables fue pareja en toda la distribución del ingreso (los más pobres también reemplazaron). Los autores van más allá de lo que puedo explicar acá, cuantifican rigurosamente costos y beneficios: en Chile el etiquetado frontal fue positivo.
En términos más generales (por ejemplo, para Argentina, de donde no conozco los detalles y no sé si la implementación es comparable a la de Chile), el resultado no es obvio: no sabemos cómo reaccionan los consumidores y los productores, o si la reacción de consumidores de mayor o menos ingreso va a ser la misma. No hay nada obvio. Hay que medir.
PD: la envidencia anecdótica tuiteril me sugiere que en Argentina consumidores y productores se están moviendo como en Chile. Celeste dice que cambia su patrón cuando ve la etiqueta y Gabriel se dio cuenta que Danonino ya cambió su fórmula para evitar las etiquetas. Ahora bien, si sos un supermercadista argentino y querés compartir datos para ver qué pasó, acá hay un economista interesado :)
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Si querés leer el paper de este envío lo podés bajar acá.
Si te interesa leer sobre como las personas formamos percepciones equivocadas (incluso de las cosas más obvias), recomiendo que leas esto.
El paper que te conté que muestra que mostrar el impuesto en la etiqueta tiene un efecto sobre el consumo está acá.
Si querés leer algo más general sobre psicología (por ejemplo, formación de percepciones) y economía, recomiendo esto.
Si querés una guía fácil y práctica sobre cómo se hace evaluación de impacto, mirá acá.
En el próximo envío
“Sos más rico de lo que pensas” ¿Tenemos una percepción correcta de la posición relativa que ocupamos en la distribución del ingreso? ¿Influye esa autopercepción en nuestras preferencias de políticas (Estado chico, Estado grande)? La economía tiene algunas ideas para aportar.
Ok, un detalle. Los puntitos del gráfico estan normalizados, de manera que miden variaciones en comparación con el promedio de las diferencias de consumo antes de la introducción de la política. O sea que un valor de cero no significa necesariamente que no hay diferencias en el consumo de productos con y sin etiqueta, sino que esa diferencia no es distinta a la diferencia que existía en promedio antes del 2016, que es lo que realmente nos interesa.
Muy interesante y serio el trabajo de los economistas. Pero... ¿cuál es el hallazgo? El gobierno le pone a ciertos productos un cartel que dice "¡No comas esto!", en un mercado con muchos sustitutos no etiquetados. ¿A quién sorprenden los resultados? Me parece que el debate central no pasa por acá.
Está muy bien el análisis, pero parte de un supuesto erróneo: las etiquetas están bien puestas. Quienes criticamos esto, usualmente lo hacemos por lo ridículo que es etiquetar por ejemplo un dulce de leche como excesivo en azúcares. Vos supones que los estándares analizados en cuanto a calidad alimentaria son correctos, yo estoy seguro de que en su mayoría no lo son.