¡Hola! ¿Cómo estás?
Desde hace algunos años que discutimos bastante si usar la E, la A, la O, si decir día del niño, o de la familia, o de las infancias. Si llamarlos pueblos originarios, aborígenes o indígenas.
Muchas veces cambiamos porque pensamos que un término puede ofender más que otro (no lo sabemos).
Otras veces porque pensamos que el uso de un término (en vez de otro), puede generar diferentes conductas en el lector, cambiarle sus ideas, sus preferencias, sus actitudes.
De eso algo sabemos y te lo cuento acá.
Espero que te guste. Gracias por leer.
Las preguntas de hoy
¿Las palabras importan? (apa, qué profundo amigo)
¿Cambian las actitudes y las creencias de los lectores, cuando un diario cambia el término que usa para referirse al mismo objeto?
“I’ll tell you one thing: I get elected president, we’re going to be saying ‘Merry Christmas’ again”. Esto decía Trump en la campaña de 2016 y en contra del “Happy Holidays” que, según él, intentaba borrar la motivación religiosa de la festividad.
No sé si hay alguna cuentita hecha, pero el peso de la discusión sobre cómo deberíamos llamar a las cosas parece venir ganando terreno desde hace un tiempo y no parece parar. Si hay que hablar con la E o si en realidad hay que esforzarse por evitar que la gente hable con la E. Si hay que llamar a la festividad de tal o cual forma o mejor habría que llamarla de otra. No sé si en el pasado habrá pasado algo parecido, pero una característica saliente de esta ola reciente de discusión sobre cómo llamar a las cosas es que de repente una palabra empieza a tomar vida propia y termina diciendo mucho más de lo que diría si cómo llamarla no se hubiera discutido tanto.
El caso obvio es el lenguaje inclusivo. Seguro que si digo “todes” podés inferir un montón de cosas de mí. Sin ir al extremo: mi decisión de intentar buscar palabras neutrales en cuanto al género puede estar (y está) condicionada por la audiencia de quien quiero llamar la atención. En clase, con público del tipo estudiantes-universitarios-de-una-universidad-de-elite-canadiense-en-el-noreste-norteamericano, trato de hacerlo. Cuando escribo en algún grupo de amigos de WhatsApp, la verdad que no. El hecho de usar cierto tipo de expresiones puede querer decir algo de mí precisamente porque la forma de llamar a las cosas tomo una importancia demasiado grande.
#losquemeconocen saben que de ninguna manera niego el efecto que tienen las palabras que usamos en las acciones que otros ejecutan (tengo un paper llamado “More than words” y también escribí un post sobre el impacto de los dichos de Trump). Mi problema con darle tanta entidad al problema de cómo llamar a las cosas es que, me parece, terminan sobredimensionando el efecto que objetivamente tendría usar una palabra u otra si no tuvieran tanta carga política. Pero tengo un problema aun mayor. Un problema empírico. La cosa es que me encantaría poder medir el efecto de usar ciertas palabras (por sobre otras que refieren al mismo concepto), pero resulta que es imposible porque si uso una palabra en vez de otra estoy cambiando demasiadas cosas a la vez. Va un ejemplo: me encantaría medir el efecto de que un medio use “todos” versus “todos y todas” en variables tipo creencias sobre roles de género, pero la verdad es que si usas todos y todas es porque sos un medio bastante particular (o sea, sos progre en eso y en mil cosas más) y, peor, la gente que te escucha es también muy particular. Gente que posiblemente sería progre te escuche o no te escuche, hables de “todos” o “todos y todas”).
Por suerte siempre hay un paper (así voy a llamar a mi columna de economía cuando me inviten a algún programa de alguna radio perfil eternamente-joven cool con estudios en Chacarita). Imaginate que queres estudiar el efecto de que un diario escriba “zurdos vendepatria” en vez de “gente de ideología de izquierda” en las preferencias electorales futuras de los lectores. Seguro que leer diarios que usan el termino “zurdos vendepatria” debe correlacionar muy bien con votar a la derecha, pero acá ya sabemos que esa correlación no me sirve para responder absolutamente nada de nada de nada.
¿Adiviná que nos encantaría hacer para encontrar un efecto causal? Empieza con Ex y termina perimento. Agarrás 2000 localidades que tengan medios locales, a la mitad les decís que se refieran a la gente de izquierda como “zurdos vendepatria” y a la otra mitad les pedis que usen algún otro termino y un tiempo después miras si subió/bajó/se mantuvo el voto a la izquierda en las localidades correspondientes a cada grupo. Como ya debes haber aprendido leyendo estas columnas, cuando no podemos hacer experimentos, lo que hacemos es buscar cuasi-experimentos: cosas que pasen en el mundo que, bajo ciertas condiciones, nos permiten replicar algo parecido a lo que haríamos en un laboratorio, pero en el mundo real. Algo así hizo Milena Djourelova.
No, no hay experimento natural (creo) para estimar el uso de “zurdos vendepatria”. Pero el caso en cuestión nos sirve igual. Pero algo parecido hay. Empecemos por lo básico: la mecánica de la creación de una noticia.
¿Viste que muchas veces (cada vez más), cuando lees una noticia en un medio gráfico abajo dice “AP” o “Telam” o “Reuters”? Eso es porque los medios, especialmente los no tan grandes, no tienen infraestructura para cubrir todo lo que necesitan y entonces descansan mucho en los cables de noticias que llegan desde las agencias. Associated Press, Telam, Reuters, EFE, AFP, son todas agencias (algunas con fines de lucro, otras asociaciones) que se dedican a cubrir noticias y distribuirla a sus clientes: los medios. Si sos NYT y pasa algo en NY, es poco probable que uses algo de lo que te mande la agencia de noticias. Si sos el Heraldo de Villa Tero Afligido y pasa algo en NY que querés cubrir, lo más probable es que publiques el cable que te mando, no sé, Associated Press, casi textual. Entre estos dos extremos hay de todo, pero cuanto más chico es el medio (y más “lejos” de la noticia en cuestión) esté, más probable es que el contenido de las agencias de noticias ocupe una parte importante del contenido del medio local. No todo es copiar y pegar, claro. De hecho la mayoría no es copiar y pegar sino usar lo que te manden y adaptarlo un poco al tono de tu medio.
Por qué insisto tanto con las agencias de noticias, te preguntarás. Porque resulta que las agencias de noticias tienen muchísima influencia en el contenido que publican los medios. O sea que si una agencia de noticias usa mucho términos del estilo “zurdos vendepatria”, es más probable que en los medios aparezcan más menciones al término “zurdos vendepatria” que si la misma agencia usara un término un poco, digamos, o sea, digamos, más neutral.
La cosa es que en Estados Unidos una de las agencias más relevante es una cooperativa que se llama Associated Press que es un monstruo, tiene más de 3 mil empleados, factura la friolera de 500 Millones de dolares por año y, como es de esperarse, tiene muchísima influencia en lo que se publica cada día en los medios norteamericanos. Resulta que en los early 2010s, después de presiones varias, empezaron a cambiar sus guidelines respecto del lenguaje que usan para referirse a ciertas cosas.
La columna de la izquierda sale de un cable de Associated Press de Marco del 2013 y el de la derecha de Abril del mismo año. Entre esas dos notitas pasó una reforma de guidelines que sugirió a los redactores no usar el término “illegal immigrants” (excepto en citas). En Marzo había “illegal immigrants”, en Abril había “people who can’t prove they’re legally in the United States”. El objeto en cuestión es el mismo, la forma de llamarlo es bastante diferente.
Lo que queremos ver es si el cambio en ese guideline específico, que pidió a los redactores que no usen un término con cierta carga ideológica por otro que significa lo mismo pero que está menos cargado tiene algún impacto en los lectores. ¿Algún impacto en qué? Lo obvio: apoyo (o rechazo) a políticas anti-migratorias. Ok, pero pará: ¿cómo hacemos para saber el impacto que tuvo ese cambio específico si la reforma se implementó en un momento del tiempo particular y a todo el país al mismo tiempo? AJÁ. Ahí está la magia de la cuasi-experimentalidad. Vamos por partes.
Primero. ¿A alguien le importa en AP lo que dicen sus guidelines? El grafo de arriba te dice que si. El eje Y te muestra el ratio de uso del término “illegal immigrant”/”immigrant” para todos los cables de AP antes y después de la reforma. ¿Ves ese cambio drástico y discontinuo? Salvo que digas que justo en ese momento del tiempo hubo una menor cantidad de noticias referidas al concepto “inmigrante ilegal”, me parece que lo que estamos viendo es que, para el mismo concepto, simplemente se usa otra palabra.
Segundo. Es cierto que la reforma se implementó al mismo tiempo y en todo Estados Unidos PERO, resulta que no todos los medios “sufrieron” el cambio con igual intensidad. Parate en Febrero de 2013 (antes de la reforma); el NYT posiblemente no use nada de lo que le manda Associated Press pero el Daily Dogtown de Alabama debe tener 2 redactores in-house y todo el resto copy/paste de AP. O sea que la reforma de guidelines al contenido del NYT no le tiene que haber movido un pelo, pero al del Daily Dogtown si. Ese impacto diferencial de la misma medida según que tanta “exposición” a AP tenía cada medio es lo que nos permite ver un efecto causal.
El gráfico de arriba te muestra que tan expuesto a AP estaba cada municipio americano en Febrero de 2013. Los municipios muy rojos intensos son los que tienen medios que producen notas - en este caso, sobre inmigración - muy basadas en contenido de Associated Press. Fijate que incluso dentro de un mismo Estado podés tener dos municipios vecinos con diferencias enormes en el nivel de dependencia a AP. ¿Y qué hacemos con esto, no?
Como sos muy fana de este Newsletter, lo que voy a escribir casi que lo podrías escribir vos. Nos fijamos si ANTES del cambio de Marzo de 2013, las preferencias por restringir la migración venían parecidas en la población de los municipios rojos intensos (más dependientes de Associated Press) que las del resto de los municipios y si justo después del cambio de palabras de Marzo de 2013 esas preferencias empiezan a diverger, de forma que los más rojitos se vuelven más pro-migrante que los menos rojitos.
Ahí tenés. Probabilidad de que estés de acuerdo con hacer más estricta la seguridad de frontera para evitar que vengan migrantes. A la izquierda de la línea roja son los años pre-reforma de palabras de AP. Los 0’s de la izquierda te dicen que, pre-reforma, los municipios más y menos dependiendes de AP tenían una evolución parecida en su evaluación de las políticas de frontera. Los puntos negativos de la derecha te dicen que, OH casualidad, justo cuando AP decide que no se usa más el término “inmigrante ilegal”, los municipios que ya venían dependiendo mucho de AP, empiezan a ser más permisivos que el resto.
Y si agarrás otras preguntas que midan sentimiento pro o anti-inmigrantes vas a ver el mismo resultado: la gente de los municipios dependientes de AP terminan bancando más las políticas de legalización de status migratorio, que las empresas norteamericanas contraten migrantes irregulares sin que las castiguen, que puedan usar servicios públicos (hospitales, escuelas, etc).
Todo por cambiar una palabrita.
Termino el envío de hoy medio conflictuado. Las palabras que usamos obviamente importan. Pero darle demasiada entidad a cómo llamar a las cosas en la agenda pública no parece mejorar el problema. La gente se enoja, no le gusta que le digan cómo hablar. Tampoco le gusta que la juzguen por hablar de tal o cual manera. ¿Y qué hacemos? Ni idea. Mi estrategia: hablar mas o menos bien sin ofender a nadie y no romperle las bolas a nadie sobre como tiene que hablar. Y esperar a que pase la ola de los pro y de los anti. Porque van a pasar.
¿Sabés que estaría buenísimo? Que la gente que hacía el jugo Cipoletti de manzana verde allá por los early 90’s, ese que venía en una especie de sobre de papel metalizado y que estaba espectacular, volviera a hacer ese producto maravilloso que aún no puedo creer que se discontinuó. De verdad, ¿por qué?
Pero bueno, todo no se puede en la vida, así que lo segundo que estaría muy bueno es que le compartieras esta edición del Newsletter a todo el mundo.
Ah y dejame tu mail si aún no lo hiciste:
Te puede interesar
El paper de hoy lo encontrás acá.
Si te interesa el efecto de los medios en las percepciones sobre temas políticos (y voto), el del Fox News effect es un clásico. Y también el del efecto de la TV pública rusa.
Nada que ver, pero …
Me crucé con algunas cosas interesantes sobre el potencial impacto de la guerra comercial que está iniciando USA, más allá del obvio (aumenta precios). Acá Ben Golub dice que las cadenas de supply están tan interconectadas que shocks pequeños pueden amplificarse mucho y tener un impacto grande en la disrupción del comercio global. Y lo explica con este paper.
No sé por qué no se habla tanto de un efecto obvio de ponerle 25% de tarifas a México: aumenta la migración de mexicanos a USA porque les cae el salario relativo. Rebecca Lessem en su momento estimó el efecto de un cambio de 10% en el salario relativo MEX/USA en la cantidad de años promedio extra que un mexicano va a pasar en USA: 5%.
Nos aceptaron este paper sobre discriminación en los follow-backs de Twitter en el American Economic Review Insights. En este espacio escribí algo: Networking.
Me gustó este paper sobre exámenes de admisión estandarizados obligatorios para entrar en la universidad. Resulta que cuando los hacen opcionales, los más pobres son los que se perjudican (porque no tienen otras formas de mostrar que tienen potencial).
En el próximo envío
“Esterilización forzada”. ¿Te acordás del programa de Fujimori para esterilizar mujeres a la fuerza? La próxima te cuento qué pasó con esas familias (y su descendencia) unas décadas después.
Muy buena colimna! Una consulta, en el grafico de las propbailidades lo que se muestra es si los municipios en "ojo" están más de acuerdo o menos con las politicas de controles en la forntoera -o algo parecido-. Pero en los años en que se ven los cambios podría haber ocurrido cambios a nivel social, discusión politica, etc, que los influyó.... 'no habría que comprar con los municipios menos colorados si ellos mantuvieron su tendencial voto contra los inmigrantes? para descartar otras variables y mantener estable el modelo