¡Hola! ¿Cómo estás?
Cuchá'. 1ero de Septiembre, o sea, hoy, se acaba de publicar mi nuevo libro: Esto NO también es economía, editado por Siglo XXI e inspirado (o sea, digamos, basado íntegramente) en este Newsletter. Pero mucho mejor. Haceme caso: si te gusta lo que escribo en este espacio el nuevo libro te va a volar la peluca.
Si sos fans del News, tenés que salir corriendo ya mismo a comprar un ejemplar en tu librería amiga. Apoyame en esta cruzada de explicar el mundo con ojos de economista. Comprale uno a tu jermu, a tu marido, a tus hijos, a tus amigos, comprate uno para vos. Comprale uno a tu sobrino que empezó a estudiar “ciencias económicas” y otro a tu compañero de trabajo, ingeniero él, pero curioso de las cosas sociales. Si das clases de economía y usás los envíos de este Newsletter en tus clases, este libro te va a facilitar la vida. Te va a ordenar el contenido y la vida. Y tus estudiantes te van a amar.
Vos comprá, así yo me hago tremendamente rico, pero a otro nivel.
Ah, y si no vivís en Argentina, sino en algún otro país hispano-parlante, podés esperar un par de meses a que llegue a tu país (le podés escribir a la editorial para apurarlos sin vergüenza, Subject: “CUÁNDO LLEGA EL LIBRO DE NICO A MI PAÍS, PRIMER AVISO”) o bien matar la ansiedad comprándolo ya mismo por Kindle.
Pero mirá cómo soy: compres o no el libro te sigo dando contenido gratarola para que te hagas el intelectual en tu próxima conversación de ascensor.
Seguimos con la programación habitual.
Las escuelas de solo-chicas o solo-chicos tienen mala fama. ¿Tal vez porque típicamente venían asociadas a instituciones religiosas o muy conservadoras?
No sé. Hoy escribí sobre cómo cursar con mucha gente de tu mismo sexo puede cambiarte la vida. Y no necesariamente para mal.
Espero que te guste. Gracias por leer.
Las preguntas de hoy
¿Cómo afecta ir a la escuela con muchas mujeres en tu trayectoria laboral (siendo mujer)? ¿Y con muchos hombres?
¿Terminás ganando más o menos plata de grande? ¿Eligiendo carreras más estereotípicamente de hombres o de mujeres?
Sabri, Gaby, Lu, Pame, Noe y Barbie. Y pará de contar.
¿Alguna leerá esto? Son las seis chicas que iban a mi curso en la secundaria. Exactamente seis. Más concretamente, las que iban al ciclo básico conmigo: 7mo, 8vo y 9no “I”. A los 15 elegías especialidad y te tocaban con los que elegían lo mismo que vos (yo hice un año de producción musical y después me cambié a Informática). En la especialidad no eran 6, eran 5.
5 o 6 chicas de un curso de, pongámosle, 30 personas. Un 20% o menos. Poco. No sé en qué andan Sabri, Gaby, Lu, Pame, Noe y Barbie. Nos seguimos en Instagram, les podría preguntar. Ah, pero a las que definitivamente no podría preguntarles en qué andan, porque no son observables, es a sus contrafactuales. A las Sabri, Gaby, Lu, Pame, Noe y Barbie que en vez de pasarse 8 horas por día promedio durante seis años entre los 12-13 y los 17-18 en una sala en donde eran la clara minoría femenina del curso, se la pasaban en una sala en donde son el 50% (o el 75% o el 100). ¿Y por qué a sus contrafactuales les hubiera ido distinto?
No cualquiera, sino la mismísima Hillary Clinton, fue una defensora pública de las escuelas divididas por sexo. En 2001 fue la autora de un proyecto (que se implementó) para permitir que las escuelas públicas dieran la opción de aulas “single-sex”. Hay muchos argumentos teóricos que esgrimen los que defienden esta idea desde el punto de vista educativo. Que chicos y chicas aprenden distinto, que desarrollan habilidades diferentes a distintas edades. Y una fundamental: que los pares de los que te rodeás van a moldear tu identidad, tus preferencias futuras, tu auto-confianza, las creencias que vayas a formar sobre tu propia capacidad. ¿Qué tan sólida es la evidencia de todo esto? Algo hay. No tanto, pero algo. Y ojo, algunas de las hipótesis parecen plausibles y muy razonables, con o sin datos.
De lo que sí hay evidencia es que el sexo de los alumnos es una variable sobre la cual se marcan diferencias explícitas (y no tanto) en clase. Lo obvio: los chicos juegan al fútbol, las chicas al handball. Lo no-tan-obvio: los chicos hacen más quilombo, las chicas son más tranquilas. El mero hecho de estar en la misma clase y de ser un separador tan evidente hace muy saliente el hecho de que hay chicas y chicos y de que las chicas y los chicos no son iguales. También hay evidencia de que, en presencia del sexo A, los del sexo B no se comportan igual. Vale para chicas y chicos, pero hay bastante escrito sobre lo que algunos psicólogos llaman “stereotype threat”: sos mujer, no se supone que seas buena en matemática, te la crees, te ponés nerviosa cuando vas a dar el examen, te va peor. Ese “threat” (amenaza) de estereotipo existe siempre, pero seguramente sea bastante más invisible cuando no haya punto de referencia (o sea, un curso lleno de chicos) en tu propia clase. Caso parecido: hay evidencia que dice que la propensión a tomar riesgos no es igual entre hombres y mujeres, pero es particularmente desigual (las chicas toman menos riesgo) cuando hay hombres en el juego.
Las carreras laborales están claramente estereotipadas. Hay carreras típicas de mujeres (psicología) y carreras típicas de hombres (ingeniería). Chicas y chicos no son iguales. Digo, biológicamente no lo son, es claro. ¿Estás de acuerdo con que el estereotipo de género en la elección de carrera (ingenería, psicología) que observamos cuando los pibes eligen que estudiar a los 17 es el resultado de la mezcla entre las diferencias de origen y otras diferencias inducidas en el entorno en el que crecieron? OK, entonces seguramente me creas que las decisiones de carrera y de vida de las chicas que cursaron la secundaria con 25 chicos al lado podrían haber sido diferentes si hubieran cursado con 25 chicas al lado, o con un mix de chicas y chicos más o menos balanceado. Y que esas decisiones van influir en sus trabajos. Y que van a influir en cuánto ganen en el futuro.
Para una mujer, ¿influye tener más o menos pares mujeres entre sus compañeros de clase en sus carreras profesionales? ¿Terminan trabajando de otras cosas por tener más compañeras mujeres? ¿Terminan teniendo ingresos más altos, más bajos? El paper de hoy lo escribieron Demid Getik y Armando Meier y nos da alunas respuestas.
Yo fui a una escuela técnica. Por eso tenía pocas compañeras mujeres. En escuelas no-técnicas seguramente haya cantidad parecida de mujeres y de hombres y en escuelas más artísticas seguramente hayan más mujeres que hombres. Tomemos el caso hipotético de, no sé, Juanita, que fue a la misma escuela técnica que yo y en su curso había 25 hombres y 5 mujeres. Sofía, en cambio, su vecina del piso de arriba, de la misma edad, fue al Colegio Normal II y tuvo 15 compañeros hombres y 15 compañeras mujeres. Si quisiera saber cuál es el efecto causal de cursar con muchas mujeres (como Sofía) versus cursar con pocas mujeres (como Juanita), podría comparar las trayectorias laborales de Sofía y de Juanita. Por ejemplo: podría mirar cuánto gana Juanita 20 años después de egresada y cuánto gana Sofía.
Pero, claro, hacer esa comparación buscando un efecto causal es equivalente a decir “No, nunca en mi vida leí Esto No es Economía, ni pienso leer el nuevo libro Esto No También es Economía porque odio el conocimiento”. Y vos, lector, lectora, no odiás el conocimiento.
No podemos atribuir diferencias en las trayectorias laborales de Sofía y de Juanita al hecho de que una cursó con más y otra con menos personas de su mismo género, porque evidentemente la educación de Juanita y de Sofía difirió en un millón de otros atributos que podrían explicar esa diferencia. El más obvio: Juanita cursó con pocas mujeres porque fue a una escuela técnica. Pensaría que cualquier diferencia en las trayectorias laborales de Juanita y Sofía se explican más por eso (el tipo de educación) que por el género de sus compañeras.
Pero hay un montón de otros factores menos obvios que también podrían invalidar la comparación. Imaginate que te las ingeniás para encontrar dos chicas que fueron a dos escuelas técnicas diferentes, pero una en donde históricamente hay un montón de mujeres y otra en donde históricamente no hay tantas mujeres. Y comparás las trayectorias laborales de chicas que fueron a una versus la otra. Las dos son escuelas técnicas, o sea que si hay diferencias no se explican por el tipo de educación. Pero si a tu hija decidiste mandarla a una escuela técnica en donde van muchas mujeres es porque probablemente ese factor te parezca relevante (a diferencia del que mandó a la hija a la técnica de casi todos hombres). Si encontrás diferencias en las trayectorias laborales de tu hija versus la del otro, pensaría que se explica más porque sus padres son diferentes que por el hecho de que una cursó con más o menos compañeras de su mismo género.
Y podría seguir.
Ahora pensá lo siguiente. En mi escuela siempre hubo pocas chicas. A mí me tocó con 6 nomás, pero los de mi año del curso “j” (yo era el “i”) tenían 8 mujeres de 30. Y había uno, el “c”, que tenía 4 chicas. Otro tenía 10 (el “f”), un tercio de la clase. La verdad es que íbamos todos a la misma escuela y en el mismo año. Y nadie eligió nada, ni a los padres de nadie le preguntaron si querían 4, 6 o 10 mujeres en su curso. Se dio así medio por azar. Julia, que fue al “f”, y le tocó con 10 compañeras mujeres y Lucía, que fue al “c” y le tocó con 4 mujeres, parecen bastante comparables, ¿no?
El caso de Julia y de Lucía no es único. Todos los años en cada escuela del país y por puro azar, a cada chica le podría haber tocado tener más o menos compañeras: incluso si van a la misma escuela e incluso si van al mismo año. Si no te interesa (o ya sabés lo que es) “controlar por” una variable, podés saltearte los próximos tres párrafos y seguir, hasta donde dice “Seguimos”. Si, por el contrario, no odiás aprender cosas nuevas, lee lo que sigue.
Fijate una cosa: comparar las trayectorias de chicas que fueron a diferentes escuelas, así, sin más, está mal por lo que dijimos antes: hay un “efecto escuela” que seguramente influya en las trayectorias por sí mismo y más allá de cuántas compañeras mujeres había. El “efecto escuela” es algo así como un factor fijo: algo propio de la escuela que hace que las trayectorias laborales de sus estudiantes sean mejores o peores (la calidad, por ejemplo; o el tipo de escuela).
Y acá esta el catch: si tuviéramos una sola observación de cada escuela (una chica que fue a la técnica X y otra que fue a la humanista Y) , sería imposible separar cuánto de la diferencia en trayectorias laborales de sus alumnas se debe a la escuela en sí misma (X es técnica, Y es humanista) o a otras características (por ejemplo, X tiene más hombres que Y). Pero como tenemos un montón de casos de chicas que fueron a X y que fueron a Y, incluso en diferentes momentos del tiempo, podemos identificar el efecto propio, fijo, específico de haber ido a la escuela X o a la escuela Y en la trayectoria laboral de sus alumnos y netearlo; o sea, sacárnoslo de encima. Digo, ese efecto escuela afecta a cada estudiante que pasó por ahí, pero justo a algunas les tocó con más chicos y a otras con menos chicos; o sea que si les va peor o mejor no puede haber sido por algo fijo de la escuela porque eso es común a todas.
Lo que hace el paper es aprovechar que en cada año y en cada escuela algunas chicas tuvieron al azar muchos compañeros y otras pocos compañeros (incluso en un mismo año), para “netear” esos factores fijos de escuela y comparar las trayectorias laborales de las chicas que cursaron con más o menos hombres, neto de el efecto propio, fijo de cada escuela.
Seguimos.
Vamos al punto. Armando Meier y Demid Getik hacen este ejercicio con datos suecos. Los resultados que te voy a contar corresponden a estudiantes que compartieron clases con más o menos mujeres entre los 6 y los 16 años, una etapa bastante formativa. Resulta que:
Para una mujer, tener más compañeras mujeres aumenta su ingreso salarial de por vida. Haciendo cuentitas, por ejemplo: pasar de tener 45% a 55% de compañeras mujeres se traduce a una diferencia de ingresos acumuladas en una vida de trabajo de unos 12 mil dólares (asumiendo que la plata extra que ganan no la ponen a que les rinda interés durante su vida).
Para un hombre, tener más compañeras mujeres no les hace ninguna diferencia en su ingreso futuro esperado.
Ma perché? ¿Qué hace que para una mujer ir al colegio con más mujeres afecta sus ingresos laborales futuros? En teoría, son varias las cosas que podrían estar pasando. Por ejemplo: tal vez cursar con más mujeres reduce lo que antes mencionamos como “stereotype threat”: sos mujer, tu estereotipo dice que no sos tan buena en matemática, cursar en un lugar lleno de hombres te lo recuerda, te ponés nerviosa, te va peor. Y eso repercute en tus ingresos futuros.
O tal vez cursar con más mujeres te saca la presión de elegir carreras más estereotípicamente femeninas. Como las carreras estereotípicamente femeninas suelen tener salarios más bajos (enfermera), elegir carreras más redituables (ingeniera) se traduce que que ganás más. Algunos resultados más. Las mujeres que cursan con más compañeras mujeres
Terminan teniendo notas en la escuela que son un poco más altas que las que cursan con menos mujeres. Tal vez algo del stereotype threat hay.
Terminan estudiando con mayor probabilidad carreras que NO son estereotípicamente femeninas y que suelen pagar más. Concretamente: es más probable que sigan estudiando tracks científicos y carreras en donde normalmente hay muchos más hombres.
Terminan también trabajando en ocupaciones en donde suele haber más hombres, menos en servicios de cuidado, un poco más en oficios y, específicamente, en tecnología. En resumen: empleos en donde suele haber salarios más altos.
A esta altura ya te diste cuenta que te hice medio trampa con la historia de Hillary Clinton y el lobby de las escuelas “single-sex”. Lo que miran Armando y Demid no es el efecto de ir a una escuela mixta versus ir a una escuela de solo mujeres (o solo hombres), sino el efecto promedio de tener algunas mujeres más o menos en un curso mixto (que puede ir de poquísimas a muchísimas mujeres). Miran lo que los economistas llamamos el “margen intensivo”: no pasar de single-sex a mixta (eso sería mirar el “margen extensivo”), sino de mixta con pocas mujeres a mixta con más mujeres. Tranquilamente podría pasar que tener UN solo hombre en un curso de mujeres cambie completamente la experiencia y las trayectorias laborales de sus compañeras, en comparación con ser SOLO mujeres. Que yo sepa, no hay grandes respuestas aún al efecto laboral de ir a una escuela mixta o una de solo chicas. Habrá que seguir investigando.
Y voy terminando acá que en el hemisferio norte empezó el semestre y se me acabó la joda. Saludos para Sabri, Gaby, Lu, Pame, Noe y Barbie. La primera que lea esto y me escriba se gana una copia de Esto No También es Economía.
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El paper de hoy lo encontrás acá.
Hay varios papers sobre stereotype threat. Arrancá con este.
Nada que ver, pero…
Considero que no es suficiente el auto-bombo, así que vengo con más. Resulta que se acaba de publicarse nuestro paper (con Bruno Ferman y Pedro Sant'Anna) "Discrimination in the Formation of Academic Networks: A field Experiment on #EconTwitter" en el American Economic Review: Insights.
Mostramos experimentalmente que hay discriminación (cosa casi automática seguramente) en los follow-backs que hacemos en Twitter. Usando como universo los economistas académicos, mostramos que la probabilidad de que a un estudiante de PhD le den follow-back depende fuertemente de su género, su raza y el prestigio de su universidad. En números:
- Las tasas de “follow-back” fueron 12% más altas para estudiantes blancos que para negros.
- estudiantes de universidades top-ranked recibieron 21% más follows que los de universidades presuntamente menos prestigiosas.
- Las mujeres recibieron 25% más follows que los hombres.
El gap racial persiste incluso entre estudiantes de universidades top-ranked, O sea que que la discriminación racial ni llega a compensarse por el prestigio institucional. En este Newsletter escribí sobre el paper acá.
Lo que viene, lo que viene
“El CEO del hospital”. ¿Por qué los directores de los hospitales son médicos? ¿Por qué los presidentes de las universidades son profesores? Por error. La próxima te cuento qué pasa con la productividad de algunos servicios públicos cuando los dirige un manager privado.
Muy interesante, pero me parece que no está en Amazon (Kindle)