¡Hola! ¿Cómo estás?
En Argentina se vienen varias elecciones. Si, como me pasó a mi, le vendieron tu mail a los partidos políticos, seguro ya recibiste varias invitaciones para que seas fiscal.
Ser fiscal es aburrido. Todo el día ahí encerrado, un domingo. Y seguro lejos de tu casa. Todo para que a tu partido no le roben votos. Pero pará. ¿De verdad que necesitan que fiscalices para que no le roben votos? Parece obvio que sí.
Pero acá no damos nada por obvio. En el envío de hoy te cuento cuántos votos podes salvarle a tu candidato si vas a fiscalizar.
Espero que te guste. Gracias por leer.
Victor es un amigo coreano-argentino. Lo conocí una vez que fui a comer comida coreana a una casa del Bajo Flores. El día que lo conocí me contó una anécdota espectacular de cuando llegó al país (para qué vino es para otro envío). Victor llegó sin hablar una palabra de español. En pocos años empezó a trabajar, sacó la residencia, sacó la ciudadanía y, como si fuera poco, recibió una cartita que decía que en las elecciones de 2015 iba a ser presidente de mesa en las elecciones de la Ciudad de Buenos Aires.
Antes de ir a cumplir su deber como presidente de mesa, Victor hizo su capacitación obligatoria. Llegó bien temprano el día de la elección y se pasó el día trabajando en su mesa. Eran las 8 de la noche y había 25 votos de diferencia entre el conteo y la cantidad de sobres (de 350 electores registrados). Demasiado. Era tarde y todos se querían ir. El resto de las mesas ya estaban contadas y cerradas.
En su mesa había un fiscal del Frente para la Victoria y otro de la UCR. El PRO por algún motivo (casi inexplicable) no tenía. Los partidos chicos tenían pero no en todas las mesas y justo en esa no.
Era tarde y todos se querían ir.
Victor habla español perfecto. Tiene algo de acento, sí, pero habla perfecto. Según él, cuando llegó y por varios años su acento era más fuerte (seguro que mucho menos marcado que el mío en portugués incluso hoy y ni que hablar cuando recién llegué a Brasil). También según cuenta él mismo (riéndose), ese día de 2015 "hablaba mal".
Victor sabía que si la urna salía con tanta diferencia la iban a impugnar entera y trataba de transmitir eso a los presentes, pero se ve que no le salía. La discusión se puso más fuerte, los fiscales y otra gente que andaba por ahí se desesperaban antes la imposibilidad de comunicarse fluidamente. Todo era confuso.
Victor llamó a un fiscal de otra mesa, que era de un partido minoritario y parecía buena onda. Le pidió que los ayude a arreglar el problema. El chico miró la mesa y en voz baja le preguntó cómo le había ido a su partido. Victor, que no entendía a qué venía la pregunta, le hizo un gesto de "bastante bien". El chico pidió silencio entre tanto grito y dijo lo siguiente (sic de Victor): "Miren, muchachos. Acá hay dos opciones. Podemos arrancar a contar todo de nuevo y quién sabe a qué hora nos vamos. O podemos decidir entre todos a quién le borramos los votos. Acá estoy yo, está él que viene por Lousteau y ella que viene por Recalde. Le sacamos 25 votos a Larreta y nadie se entera." Todos asintieron. El fiscal de Larreta, el perjudicado, no asinitió porque no estaba.1
Este año en Argentina hay elecciones cruciales y por esta época del año empiezan a proliferar las campañas para juntar fiscales. Todos repiten el mismo mantra aparentemente obvio: para ganar elecciones necesitás fiscales (auditores, observadores) en todos lados.
Nadie sabe bien por qué. Todo parece intuitivo, hasta obvio. Por suerte hace poco unos economistas se ocuparon de estudiar y ponerle números a esa afirmación: ¿qué tanto sirven los fiscales para “cuidar” los votos de su partido?
Agustín Casas (argento, ahora en Madrid), Guillermo Diaz y André Trinidade respondieron a esta pregunta usando las elecciones a presidente de Argentina en 2011. Veamos.
Estos son los % de voto que se llevó cada partido en las generales de 2011 en Provincia de Buenos Aires. Barra blanca es que había fiscales en la mesa y barra azul es que no había fiscales en la mesa. Ustedes adivinen que partido es cada uno. ¿Conclusión? Poner fiscales aumenta los votos al partido del fiscal.
Momento. Yo tengo un amigo que siempre fiscaliza. Vota al PRO y vive en Palermo. Fiscaliza en Palermo, en la misma escuela en donde vota. En esa escuela el PRO suele arrasar. Tengo otro amigo que siempre fiscaliza. Vota al FPV. Vive en Florencio Varela y ahí fiscaliza, también en la escuela en donde vota y en donde el FPV suele arrasar. Mi amigo del FPV siempre critica al PRO porque no manda muchos fiscales. Mi amigo del PRO me dice que les es difícil conseguir fiscales en Florencio Varela. Imaginate esto pero en todo el país: a los partidos les es más fácil conseguir fiscales en los lugares en donde tienen muchos votantes y más difícil en los lugares en donde no los tienen. Si es así, esperaríamos que cada partido saque más votos en lugares en donde es capaz de conseguir más fiscales. Y esto sería cierto aún si el efecto de tener un fiscal fuera nulo. Esto que acabo de describir es el tipo de sesgo que puede surgir cuando miramos correlaciones así, sin más.
Acá lo que nos interesa es encontrar una interpretación causal. Como siempre, pensemos en el experimento ideal. Lo que nos gustaría hacer es agarrar mesas de votación al azar e ir poniendo fiscales de cada partido por sorteo. Como es por sorteo, que haya o no fiscales de un partido no tiene relación con que tan fácil o difícil es que al partido le “roben” votos en esa escuela, de manera que, si hay diferencias sistemáticas en la votación final a cada partido, podemos atribuírselas a la existencia o no de fiscales.
Bueno, esto no se puede. En un envío anterior expliqué lo que los economistas llamamos “experimentos naturales”. Son esos eventos que pasan de forma aleatoria de forma natural y no por qué un investigador así lo haya decidido. El proceso de votación en Argentina da lugar a algo así.
En Argentina el voto es obligatorio para cierto grupo de gente. Se vota normalmente en aulas que están adentro de escuelas. Cada aula recibe 350 electores. Cada elector es asignado a un aula en un padrón/registro electoral. Esa asignación NO ES aleatoria, sino que depende del domicilio del elector. Por ejemplo, la Ciudad de Buenos Aires está dividida en 169 circuitos electorales y todo elector vota en el circuito que le corresponde según su residencia. Pero en cada circuito electoral hay muchas escuelas y en cada escuela hay muchas aulas. ¿Qué escuela y aula me toca dentro de mi circuito? Esa parte es bastante aleatoria: se ordenan los electores alfabéticamente y se empiezan a asociar en grupos de 350 personas. Si tu apellido es AAAAcosta, posiblemente votes en la escuela 1 y el aula 1 de tu circuito, igual que los próximos 349 que siguen alfabéticamente. El 351 ya va a la mesa 2 de la misma escuela y cuando se llenó la última mesa de esa escuela, se pasa a la próxima.
Entonces: ¿un elector que vota en el barrio de Recoleta es “parecido” a uno que vota en el barrio de Villa Crespo? No. Pero los electores que votan en la mesa 1 de la Escuela del Sol posiblemente sean, en promedio, bastante parecidos a los que votan en la mesa 2 de esa misma escuela. Esto se va pareciendo bastante a un experimento natural. ¿De qué manera podemos usarlo para medir el efecto causal de que haya fiscales o no en los votos de cada partido?
Imaginate que, como dije antes, a los partidos les es más difícil conseguir fiscales en distritos en donde suele vivir poca gente que los vota. Supongamos que en una escuela de La Matanza, el PRO (al que suele irle mal en ese distrito) tiene solamente 20 fiscales y 25 mesas. ¿Cómo decide a que mesa ponerle fiscales y a cuál no? Difícil pensar que hay una mesa particular dentro de una escuela que es, a priori, más relevante para el PRO que otra. Posiblemente la asignación de fiscales a mesas DENTRO de una misma escuela sea bastante aleatoria.
Lo que hacen Agustín y sus coautores es exactamente esa comparación: dos mesas en la misma escuela, una con fiscales de determinado partido y otra sin. Consiguieron todas las actas digitales de algunas provincias, armaron una base de datos y compararon los votos que sacó cada partido en aulas distintas DENTRO DE LA MISMA ESCUELA, en función de la cantidad de fiscales de ese partido que había en cada mesa.
Resultado 1. Tener un fiscal de tu partido aumenta tu vote share en promedio en 1.5 puntos porcentuales. Sí: los fiscales cuidan los votos.
Lógicamente, el efecto no es igual para todos los partidos. Veamos.
Resultado 2. Los efectos más grandes fueron para tres partidos: La Coalición Cívica (Carrió, 5.4 pp), el Frente Popular (Duhalde, 1.9pp) y el Frente Amplio Progresista (Binner, 1.9pp). ¿Es mucho 2 pp? ¿o 5pp? Tal vez no se acuerden, pero en esa elección Carrió estuvo lejos de llegar siquiera a dos dígitos.
Si los partidos con fiscales sacan más votos, la pregunta obvia es a quién se los sacan (es decir, quien hubiera recibido esos votos si no había fiscal).
Resultado 3. No hay un “robo” sistemático de votos de un partido a otro. Es decir, el que tiene fiscales le roba al que no tiene, sea quién sea ese partido y en magnitudes similares. En la mesa de Víctor le querían sacar 25 votos a Larreta. Pero si en otra mesa el fiscal que faltaba era el de la UCR, seguro se los intentanban robar a la UCR.
Los que alguna vez fiscalizaron saben que, en teoría, los fiscales pueden afectar el resultado de diferentes maneras. Una seguramente sea la que le quisieron hacer a Víctor: hay un error y el ajuste lo paga el que no trajo fiscal. Otra también bastante obvia: sacarle boletas a otro/s partido/s y/o reponer boletas del propio. Déjenme contarles dos resultados más del paper (y después los interpretamos).
Resultado 4. Para todos los partidos, excepto el Frente para la Victoria, que haya un fiscal de tu partido no genera una reducción (ni un aumento) de la proporción de votos blancos.
Resultado 5. Para el Frente para la Victoria, que haya un fiscal del partido aumenta significativamente la proporción de votos en blanco.
Interpretemos esto.
Si voy a votar y no está la boleta del partido que me gusta (y nadie la repone), en el peor de los casos votaré en blanco. Difícilmente voy a votar a otro partido.
Caso 1: Juan, fiscal del partido de los pollos, reponiendo boletas de su partido. Supongamos que viene alguien y se roba todas las boletas del partido de los pollos. Viene Juan, el fiscal del partido de los pollos y las repone. Efecto: Juan causó que aumente el voto al partido de los pollos y caiga el voto en blanco.
Caso 2. Juan, fiscal del partido de los pollos, robando boletas de otros partidos. Supongamos que viene Juan, el fiscal del partido de los pollos, y aprovecha que no está Mariano, el fiscal del partido verde, para robarle todas las boletas. Como no está Mariano del partido verde, Juan causó que caiga el voto al partido verde y que aumente el voto en blanco.
Caso 3. Juan, del partido de los pollos, reponiendo boletas de su partido Y robando boletas de otros partidos. Juan, el fiscal del partido de los pollos, roba todas las boletas del partido verde y aparte repone las que le robaron a él. Como no está Mariano, el fiscal del partido verde, Juan causó que caiga el voto al partido verde, que aumente el voto al partido de los pollos y que el voto en blanco por un lado suba (los que quieren votar al partido verde y no pueden votan en blanco) y por el otro baje (los que quieren votar al partido de los pollos ahora pueden, porque se repusieron las boletas). El efecto en el voto blanco puede compensarse.
Miremos el resultado 5. Cuando ponen un fiscal, aumentan significativamente la proporción de votos en blanco. Es decir: caso 2. Los fiscales del FPV posiblemente sirvieron para sacar boletas de otros partidos (así como Juan sirvió para robar boletas de otros paridos).
Miremos el resultado 4. Cuando ponen un fiscal, los votos en blanco no se mueven: caso 3: los fiscales de los otros partidos posiblemente sirvieron tanto para sacar boletas de otros partidos, como para reponer de las propias (así como Juan sirvió para reponer boletas robadas al partido de los pollos y para robarse las de otros partidos).
Me quedo con dos ideas.
Fijate algo interesante de la interpretación del paper. Tener fiscales ayuda en gran parte porque OTROS tienen fiscales. Es decir, la existencia de fiscales puede aumentar la probabilidad de irregularidades (fiscal X le roba boletas a Y) pero también reducirla (fiscal Y repone sus boletas y también se protege de irregularidades no causadas por X).
¿Vale la pena fiscalizar? Sin dudas. Más no sea porque los del partido opuesto al tuyo van a fiscalizar.
Las conclusiones de este paper me recuerdan algo obvio: con boletas únicas (en papel o electrónica), la tarea de los fiscales es un poco menos relevante. El tema de las boletas únicas (¿en papel o electrónica?) se viene discutiendo hace un tiempo en Argentina, así que se me ocurrió que, para este envío, valdría la pena hacer una mini-referencia al tema.
El post de hoy ya terminó. Pero, por si te interesa, van unas líneas de bonus track sobre boleta única electrónica versus boleta única en papel.
La boleta única en papel tiene muchas ventajas y también una desventaja evidente: induce a errores/votos no válidos con mayor frecuencia. ¿Por qué? Te muestro la boleta que se usó en Santa Fé en 2021 y creo que no hace falta explicar más.
La boleta única electrónica parece que tiene un montón de otros problemas, pero, al menos ese, lo resuelve aunque sea parcialmente. Entrás en la maquinita, te muestran opciones por categoría y elegís. Bastante más fácil. Si lo que digo es cierto, lo que debería pasar cuando se pasa de boleta única en papel (o parecido) a boleta única electrónica, es que caigan los votos inválidos. Lo lindo de que bajen los votos inválidos es que tal vez eso afecte el resultado electoral. Ya vas a ver.
Se imaginarán que un experimento aleatorizando quién vota con electrónica y quién con papel no se puede (¿o sí?). Pero Brasil es una usina de experimentos naturales y nos permite algo parecido. En Brasil, implementaron la boleta electrónica en 1998. Pero estaban probado, así que decidieron solamente usarla en municipios “grandes” (40 mil habitantes o más). O sea, si el municipio Dos Frangos tiene 39,999 electores, votan con papel. Si el municipio Das Gaivotas tiene 40,001 habitantes, votan con electrónica. Te imaginarás que los municipios “tipo municipio Dos Frangos” y “tipo municipio Das Gaivotas” muy distintos no son: el corte de 40 mil habitantes es totalmente arbitrario. O sea que seguramente se puedan comparar los resultados electorales de los que están un poquito a la izquierda de ese umbral con los que están un poquito a la derecha. Esto es lo que hizo Thomas Fujiwara en este paper y está basado en un método llamado Regression Discontinuity Design. Bajo el supuesto de que el umbral de 40,000 no afecta discontinuamente a NADA más que al modo de votación en 1998, si comparamos a los de electrónica con los de papel cerca del umbral, seguramente encontremos un efecto causal.
La verde es la tasa de votos válidos en 1994 (todos con voto de papel), la roja es la de 2002 (todos con electrónica). La azul es la de 1998: a la izquierda de 40,000 con papel, a la derecha electrónico. ¿Ves que solamente hay un salto discontinuo en 1994? Los votos válidos pasaron de ser el 80% a ser el 90%.
Pero más importante aún. Los “nuevos” votos válidos eran de sectores menos educados y más pobres, que suelen votar izquierda. O sea, el voto electrónico aumentó el voto a la izquierda. La izquierda invirtió más en salud y, como resultado, el voto electrónico causó una reducción de algunos problemas de salud muy comunes en zonas pobres de sudamérica, como nacimientos de bajo peso.
¿O sea que la boleta única es mejor que lo que tenemos ahora? Creería que sí.
¿O sea que la electrónica es mejor que la boleta única de papel? Para nada (no, no, no). Cada una tiene sus costos y beneficios que serán más o menos relevantes en cada contexto. Si quieren aleatorizar tipos de votación, avisen que acá les miramos los datos gratis :)
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Si querés leer el paper principal de este envío lo podés bajar acá.
Si querés leer el segundo paper (sobre boleta electrónica) lo podés bajar acá.
Si querés leer algo sobre los potenciales problemas del voto electrónico, podés leer esto.
En el próximo envío
“Privatícese!” Las privatizaciones en Argentina tienen mala fama. Una de las críticas es que los privados se olvidan de llegar allá donde es lejos, es pobre y no es rentable y donde el Estado SÍ llega. ¿Qué hay de cierto en esto? En el próximo envío te cuento como la privatización de Aguas afectó a la salud infantil.
No se preocupen que Victor no lo permitió.
Hola Nico, si te interesa analizar la diferencia entre boletas únicas electrónica y en papel, en Córdoba se votó a gobernador en 2019 con ambas: tres ciudades usaron la boleta electrónica y el resto de la provincia usó en papel. No sé dónde podría conseguirse esa información, pero podría ser un caso de estudio. Un abrazo gracias por tus artículos!