¡Hola! ¿Cómo estás?
Pedro y Vilma tienen un hijo llamado Pablito que tiene 10 años.
Pablito los martes después del colegio tiene fútbol. Pablito hoy se lesionó trabando fuerte en un partido decisivo contra 5to B. El profe de educación física tiene que llamar a alguien para que lo vaya a buscar temprano. ¿Llama a mamá Vilma o a papá Pedro?
Hoy no escribí sobre quién se hace más cargo de los pibes, sino sobre quién se espera que se haga más cargo de los pibes.
Espero que te guste. Gracias por leer.
Las preguntas de hoy
¿Existe un sesgo en la demanda social de quién se va a hacer más cargo de los hijos (el padre o la madre)?
No sé si será algo común en toda América Latina, pero en Argentina está la institución “grupo de chat con los papis y las mamis del colegio” muy arraigada. Son espacios en donde se organizan cosas, se comunican cosas y hasta, por qué no, se hacen amigos (y enemigos, claro).
Fijate que el nombre del envío no es “chat de papis y de mamis”. Es “chat de mamis” a secas. El nombre que elegí no es casual. No te voy a pedir que vayas a tu chat de mamis y papis y te fijes cuánto participa cada uno en la organización y la planificación de la vida de tus hijos, porque el envío de hoy no es sobre eso. Es un poco más sutil.
Sobre qué proporción de las tareas domésticas hacen las mujeres versus los hombres hay demasiado escrito. Sobre cuanto se ocupan las mujeres de los hijos en comparación con los padres también. Mi evidencia anecdótica coincide con lo que dicen las estadísticas: las mujeres se ocupan más, pero la tendencia está cambiando desde hace muchos años. No hay data super estandarizada, pero mirando para USA del American Heritage Time Use y del American Time Use Survey, te da que más o menos por cada hora que una mujer dedicaba en los 60's a criar a sus pibes, el hombre dedicaba un 25%. Hoy ese número parece estar más cerca del 60/65%. Seguramente el porcentaje sea aún mayor entre los más educados, como vos.
Sí, los hombres participan cada vez más de la crianza de sus hijos. Mirando los números históricos y los actuales, se abren preguntas interesantes: ¿hasta acá llegamos? ¿60/65% es el tope? ¿de qué depende que siga la tendencia? Va una hipótesis: las respuestas a todas esas preguntas dependen de las expectativas de la sociedad. Si la gente espera que los padres y las madres se hagan cargo en porciones más o menos parecidas del cuidado y la crianza de sus hijos, entonces mi predicción es que de a poco convergeremos a eso. ¿Por qué creo eso? Porque un montón de las cosas que hacemos - en general, no exclusivamente en esto de criar gente - no responden a una planificación consciente y estructurada de las tareas, sino que se dan en modo automático. Se lastimó el pibe en el colegio, hay que ir a buscarlo, ¿quién va? ¿quién lo lleva a vacunarse? ¿quién se ocupa de pagar las expensas? ¿quién administra las finanzas del hogar? ¿quién lleva el auto al mecánico? No sé la respuesta a ninguna de esas preguntas y supongo que dependerá en cada familia, pero seguramente no haya una planificación explicíta sobre quién hace cada cosa. Simplemente se da y quién se haga cargo dependerá de factores bastante fortuitos. Por ejemplo, de a quién llame primero la maestra para avisar que el chico se lastimó.
El paper de hoy es de Olga Stoddard. Gran economista a quien conocí porque fue la discussant (o sea, la comentarista) de un paper mío sobre el que escribí acá. Después de sus comentarios nos quedamos hablando y me contó de un paper que estaba por sacar, usando datos de un experimento que había terminado sobre algo que podríamos llamar “sesgo en la demanda social de crianza”. Me encantó lo que me contó y me lo anoté en mi listita de “papers que en algún momento quiero leer en detalle (y ya que estoy escribir en #EstoNoEsEconomía)”. Acaba de publicarse así que acá estamos.
Cosa difícil de medir la “demanda social de crianza”. Claro, podría armar una encuestita y preguntarte “¿quién creés que debería hacerse cargo de esta tarea de crianza, el papá o la mamá?”. O incluso podría ser más específico: “si se lastima un pibe en el colegio, ¿a quién deberían llamar primero, al padre o a la madre?”. El problema es que nada de eso me serviría para nada. No tenés incentivos a decirme la verdad y, peor, tampoco tenés incentivos a decirTE la verdad. Decir que la madre se tiene que hacer cargo queda mal y seguramente vaya en contra de lo que pensás que son tus propias creencias. La clave está en lograr que expreses la verdad de lo que pensás pero sin que te haga una pregunta explícita. El experimento de Olga (y coautoras) hace que respondas sin que siquiera de te des cuenta. La cosa va más o menos así.
Olga y coautoras hicieron un experimento que incluye a casi el 80% de las escuelas de Estados Unidos. El experimento es muy sencillo pero tiene varias etapas. Vamos con la primera. Agarrá a los directores de todas las escuelas para quienes conseguiste el contacto (unas 81 mil) y contactalos uno a uno por e-mail, preguntando alguna cosa sobre la escuela. Por ejemplo:
Estimado Director Pepito Gonzalez: estamos buscando escuela para nuestro hijo, ¿podrían contactarse con alguno de nosotros para hablar?
Roberto (15-4-876-9827) o Etelvina (15-4-581-4913)
Esperá un par de días y fijate si Pepito llamó a Roberto, a Etelvina o ambos. Primer resultado: el 80% no llama a ninguno, el 12% llama primero a Etelvina, el 8% llama primero a Roberto. O sea, condicional en que te devuelvan el llamado, la probabilidad de que sea a la madre es 50% mayor.
Seguramente se te vinieron varios potenciales problemas del paper a la cabeza: bueno, pero por ahí llaman más a Etelvina porque es lo último que leen (no: aleatorizan el orden). O por ahí la llaman más porque piensan que es más probable que tenga tiempo o porque piensan que es más probable que el padre trabaje full-time y la madre no. Todo eso puede ser cierto y Olga y sus coautoras no solo no lo ignoran, sino que lo aprovechan para entender mejor ese diferencial de género en la devolución de llamadas.
Aparte del mensajito de arriba, el paper prueba con pequeñas variaciones del mismo email. Ejemplos:
Estimado Director Pepito Gonzalez: estamos buscando escuela para nuestro hijo, ¿podrían contactarse con alguno de nosotros para hablar?
Roberto (15-4-876-9827) o Etelvina (15-4-581-4913). Roberto tiene horarios bastante libres para hablar, pero podés llamar a cualquiera.
O bien,
Etelvina tiene horarios bastante libres para hablar, pero podés llamar a cualquiera.
O
Roberto tiene horarios bastante limitados para hablar, pero podés llamar a cualquiera.
O
Etelvina tiene horarios bastante limitados para hablar, pero podés llamar a cualquiera.
Fijate que la última oración de cada email intenta dar una señal que va a favor o en contra de lo que dice la normal social. Si te digo que Etelvina está a full (o que tiene horarios limitados), te quiero decir que, al revés de lo que dice la norma, te conviene llamar al padre y no a la madre. Si te digo que Roberto está a full (o que tiene horarios limitados), te quiero decir que, tal como indica la norma, te conviene llamar a la madre antes que al padre.
La cosa es que el paper aleatoriza todos estos mensajes para ver si el sesgo en el “callback rate” (la tasa de llamada) persiste aún cuando el propio email sugiere que lo más razonable para lograr contactar a sus potenciales clientes es que el director de la escuela vaya en contra de la norma. Resultados.
“La mamá tiene mucha disponibilidad”: Cuando el mensaje intenta reforzar explícitamente la norma que dice que las madres están MUY disponibles, 90% de los llamados son a las madres primero.
“El papá tiene mucha disponibilidad”: Cuando el mensaje intenta ir explícitamente EN CONTRA de la norma que dice que los padres están POCO disponibles, 74% de los llamados son a los padres primero.
“El papá tiene poca disponibilidad”: Cuando el mensaje intenta reforzar explícitamente la norma que dice que las padres tienen POCA disponibilidad, 73% de los llamados son a las madres primero.
“La mamá tiene poca disponibilidad”: Cuando el mensaje intenta ir explícitamente EN CONTRA de la norma que dice que las madres tienen MUCHA disponibilidad, 53% de los llamados son a los padres primero.
(en ambos todos los casos, la probabilidad de que el director llame a alguno de los dos sigue siendo parecida, cerca del 20%)
Interpretemos. Cuando hacés todo lo posible para dejar en claro que lo mejor es llamar a la madre, el callback rate a la madre va entre el 74% y el 90% de los llamados totales. Cuando hacés todo lo posible para dejar en claro que lo mejor es llamar al padre, el callback rate al padre va entre el 53% y el 73%. Dicho de otro modo: podés ser todo lo explícito que quieras sobre que querés que llamen al padre y aún así una proporción enorme (entre el 27% y el 47%) de los llamados van a ir a la madre.
Y hay más. Otra forma de dejar una señal un poco menos explícita es cambiar el remitente del email. Digo, si el email lo manda Etelvina, entonces uno esperaría - dado todo lo demás constante - que la mayoría de la gente llame a Etelvina. Y lo mismo con Roberto: si el mail viene de Roberto, entonces uno podría pensar que el que se hace cargo es Roberto entonces mejor llamarlo a él. Olga et al prueban esto mismo: mandan el mismo mensaje, con un tono neutro y con los dos teléfonos de contacto, a veces con remitente de Roberto y otras con remitente de Etelvina.
Agarrá el mensaje base: el que no dice nada de quién está más o menos ocupado. Simplemente dice que quieren hablar y dejan los números. Resulta que si el remitente es Roberto, el 80% de las veces lo llaman a Roberto y el 20% la llaman a Etelvina. Si la remitente es Etelvina, lee bien: el 98% (nueve-ocho) de los llamados son a Etelvina y solamente un 2% son a Roberto. Peor: si el remitente es Roberto y encima en el mismo email dice que Roberto está super disponible de forma explícita, aún en ese caso extremo hay un 12% de los llamados que siguen siendo a Etelvina.
¿Qué explica estos diferenciales en el callback rate a madres y padres? Pueden ser mil cosas. Una obvia son normas sociales: se supone que las madres sea hacen más cargo de ciertas cosas. Ojo, por ahí el director no necesariamente piensa que las mujeres deberían hacerse más cargo de ciertas cosas, pero cree que una familia promedio SÍ piensa eso. También puede ser que simplemente crea que es más fácil convencer a la madre de traer a su pibe a su escuela que al padre. O tal vez realmente piensa que la madre está más disponible que el padre y por eso es mejor llamarla a ella. El paper no distingue todas estas (y otras tantas) posibles explicaciones. Pero da algunas ideas.
Primer punto. Que hay algo en la percepción de disponibilidad no hay dudas, porque cuando el mensaje dice explícitamente que el padre está más disponible (o que la madre está menos), aumenta el callback rate relativo a hombres. Tampoco hay dudas de que esto NO explica todo, porque en el caso extremo en el que se dan todas las señales implícitas y explícitas de que el padre está a cargo, hay una proporción no menor de directores que siguen llamando a la madre.
Segundo punto. Algo de normas sociales parece haber. Una forma de analizar esto es mirando si el efecto diferencial de callback rates entre madres y padres es parecido en poblaciones en donde, presumiblemente, las normas sociales son más o menos conservadoras. Si resulta que el diferencial es idéntico en escuelas hiper-conservadoras que en el escuelas hiper-liberales, diría que las normas sociales no son un gran candidato para explicar lo que está pasando.
El naranja es el callback a las madres, el celeste a los padres. Vamos por partes. El primer grupo de barras son escuelas públicas. El segundo son escuelas religiosas. Fijate como la diferencia entre llamado a madres versus padres es MUCHO mayor en escuelas religiosas (con normas sociales presumiblemente más conservadoras) que en escuelas públicas. Tercer y cuarto grupo: escuelas en distritos con minoría de republicanos primero y con mayoría de republicanos después. Fijate que en distritos con minoría de republicanos (y, por ende, presumiblemente MENOS conservadores), la diferencia entre las llamadas a padres y madres es bien chiquita. Sigamos: grupos cinco y seis; escuelas en zonas urbanas primero y en zonas rurales después. Ligeramente la diferencia de callback rate pareciera ser mayor en zonas rurales (de nuevo, presumiblemente más conservadoras) que en zonas urbanas. Y vamos a los últimos dos grupos: distritos con población poco religiosa primero y con población muy religiosa después. Claramente los distritos con población mayoritariamente religiosa tienen un callback rate diferencial hacia la madre mucho mayor que en los distritos menos religiosos.
Todo apunta al mismo lugar: al menos una parte del efecto se explica por poblaciones con normas presumiblemente más conservadoras.
El paper cierra ahí. Responde un montón de cosas y también deja un montó de nuevas preguntas. Así como viene cambiando la cantidad de tiempo que los padres dedican a la crianza, ¿también estará cambiando la demanda social por tareas de crianza? ¿Será que con la mayor participación laboral de las mujeres, caerán su demanda social de crianza como madres? Tranquilamente podemos estar en una transición en donde las normas sociales se mueven lento, más lento que el mercado laboral que incorpora cada vez más mujeres. Si ese es el caso, estamos en el peor momento: mujeres que trabajan más que antes, pero con demandas de crianza todavía altas. Muchas preguntas. Esperamos los próximos papers de Olga.
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El paper de hoy lo encontrás acá.
Esto de usar experimentos para medir discriminación se usa mucho en economía. Los llamamos “audit studies”. Acá un paper mío (con Bruno Ferman y Pedro Sant’Anna) sobre discriminación en redes sociales. Acá el envío correspondiente.
Acá hay otro muy interesante sobre discriminación en apuestas. Aparentemente la gente tiene un sesgo y apuesta menos a corredores de caballo con nombres no-blancos aún con igual performance.
Nada que ver, pero…
Me encantó este paper al cual llegué hace unos días aunque ya tiene algunos meses. Es un paper sobre narrativas: parece que transmitir información en forma de dato tiene impacto en el momento pero se disipa rápido (al tiempo la gente se olvidó). Transmitir el mismo dato en forma de narrativa es mucho más recordable. No solamente muestran sus resultados experimentalmente, sino que tiene un muy lindo modelo teórico que los explica. Recomiendo.
Lo que viene, lo que viene
“Tinder”. El mercado de citas cambió. Cada vez menos de “la conocí en un bar” y cada vez más de “la conocí en una app”. La llegada de Tinder y similares cambió la forma de conseguir parejas reduciendo fuerte el costo de transacción de conocer gente nueva. ¿Para bien? ¿Para mal? Hay más parejas? ¿Quién gana, quién pierde? Te escribo.
Excelente el tema tratado.
Creo que se podría sumar el tipo de acuerdo previsto entre los padres (si existiera)
Gracias.