¡Hola! ¿Cómo estás?
Si sos político, CEO o líder de lo que sea y me estás leyendo, tengo un mensaje para vos: cuidado con lo que hacés y con lo que decís. Eso de liderar con el ejemplo parece una frase hecha de la Forbes, pero no lo es.
Hoy te cuento cómo tu ejemplo le puede cambiar la vida a varios. O a todos.
Espero que te guste. Gracias por leer.
Las preguntas de hoy
¿Somos corruptos por naturaleza?
¿Es posta lo de liderar con el ejemplo?
Me gusta el término “viveza criolla”. Me remite a un gran personaje (a quien ya mencioné en este espacio), que me gustaba mucho cuando era chico: Isidoro Cañones. Un playboy argentino, canchero, divertido, pillo, astuto, vivo, ventajero, tramposo. Pero en el fondo buen tipo.
No sé si hay una definición muy precisa de lo que es la viveza criolla. En Wikipedia dice que “la expresión contempla y engloba una especial filosofía de vida, de querer siempre obtener alguna ventaja, de querer siempre recorrer la línea de mínima resistencia y mayor comodidad, la que en algunas zonas tanto de Argentina como de Paraguay y Uruguay se extiende en todos los niveles socioeconómicos, priorizándose este aspecto respecto de cuestiones éticas, morales, y de principios.” Si sos argentino seguramente sabés bien a qué se refiere.
Con mucha o poca razón, el estereotipo argentino está asociado con esa idea. Vivo, tramposo, un poco chanta. Por algo será que las habilidades necesarias para ganar en el juego de cartas más popular (el truco argentino, disciplina importantísima que domina cualquier persona de bien que se perciba argentino) son la capacidad de mentir sin que el otro se de cuenta y la capacidad de darse cuenta cuando el otro miente. “Una manga de ladrones, del primero hasta el último" dijo que éramos Batlle (presidente yorugua) hace algunos años. No sé cuán acertada es esta descripción pero lo cierto es que el estereotipo está. Hasta nosotros nos lo creemos: es como si fuéramos corruptos, tramposos y ventajeros por naturaleza. Como si ser así estuviera en nuestro ADN.
Esa idea (“somos así, qué le vamos a hacer”), si es cierta, implica un montón de cosas. Primero, que esa viveza criolla está muy arraigada en nuestra cultura. Tan, pero tan arraigada, que no se puede cambiar (o al menos no al punto que el cambio lo veamos nosotros). Segundo, y acá me meto en un terreno pantanoso, que lo que determina nuestras acciones es mayormente nuestra cultura (valores, creencias) y no tanto los incentivos que nos dan las instituciones bajo las cuales tomamos esas decisiones.
Te doy un ejemplo. ¿Viste esas cajas self-service que tienen algunos supermercados? Scaneas tus productos, los embolsas, pagás y te los llevás. Imagino que nunca se te cruzó por la cabeza hacerte el boludo, llevar dos chocolates y escanear uno solo, ¿no? De verdad creo que no se te ocurrió. Pero que no se te haya ocurrido puede ser por, al menos, dos razones.
La primera, que sabes que si robás un chocolate es posible que alguien te monitoree (una cámara, un guardia, una auditoría aleatoria cuando salís) y si te agarró robando te corresponda algún castigo. Si las instituciones funcionan bien, entonces ese poder disuasivo te induce a hacer lo correcto: la calidad de las instituciones moldea tu comportamiento. Otra posibilidad es que nadie te monitoree, que no haya castigo, que nadie esté mirando, que no haya cámaras y aún así hagas lo correcto. No porque las instituciones te disuadan sino porque hacés lo que te dicta la norma y tus valores. Robar está mal, sea que haya castigo o que nadie se de cuenta: la cultura (dejame ser poco riguroso con el término) es la que moldea tu comportamiento. La realidad seguramente esté en el medio. Las instituciones y la cultura importan e incluso se moldean mutuamente.
Hace un tiempo escribí este post sobre los efectos MUY persistentes de ciertos eventos muy disruptivos (por ejemplo, algunas prácticas que trajo la colonización). Hoy estoy un poco más optimista (o, bueno, pesimista, depende cómo lo mires): a veces los valores cambian rápido. Tal vez cambiar esa cultura de la viveza criolla, de la trampa y la búsqueda de ventajas permanente no sea necesariamente TAN difícil.
El paper principal de mi tesis doctoral se llamó “The power of example: corruption spurs corruption” y se trata exactamente sobre eso. ¿Por qué los habitantes de una sociedad serían, en promedio, más tramposos (en sus valores, eh) que los de otras? ¿Cómo aprendemos a ser tramposos y coimeros o transparentes y probos? ¿Quién nos enseña que vale y que no al punto que lo terminamos incorporando en nuestras acciones cotidianas?
Mi vieja dice que si los políticos son corruptos, los ciudadanos también.
El gráfico de arriba sale de acá y correlaciona, a nivel país, algo parecido a un índice de corrupción de gobierno(ish) y un índice de deshonestidad de los ciudadanos. Paréntesis. No me voy a meter con el índice de corrupción gubernamental, pero te cuento el de honestidad en dos líneas. Si no te intereá, podés pasar al párrafo que empieza con “O sea”.
Imaginate esto: te encerrás en tu cuarto con un dado de seis caras. Tirás el dado una vez y anotás lo que te salió. Salís, me traés el papel con el número que anotaste y yo te pago ese número en dólares y, como estabas encerrado, no tengo forma de saber si mentiste o no. Que tu número sea 1, 2, 3, 4, 5 o 6 es equiprobable. Ahora, si en tu país hago esto con, no sé, seis mil personas y resulta que a todos les da 6….y, es un poco raro. En promedio esperaría que unos 1000 les salga 1, a otros mil les salga 2 y así hasta 6; de manera que esperaría pagar, en promedio, 3.5 dólares por persona, no 6. Dejame concluir que si tuve que pagarle 6 a cada uno es porque la gente de tu país es bastante deshonesta. Sistematizando la cosa: si la muestra de cada país es suficientemente grande, puedo decir que la distancia entre el valor promedio de la tirada de dados y 3.5 es un indicador de la (des)honestidad promedio de cada país. Palabras más, menos, así miden el índice de honestidad por país en el gráfico.
O sea, mi vieja tiene razón: en países con políticos corruptos viven ciudadanos deshonestos. Igual esto es una simple correlación. Varias cosas podrían estar pasando: tal vez los ciudadanos deshonestos prefieren elegir políticos parecidos a ellos (o sea, corruptos). O tal vez lo que pasa es más simple: en un país en donde la gente es mayoritariamente deshonesta, lo esperable es que los políticos (que son una parte de esa sociedad) también lo sean. O tal vez eso de “liderar con el ejemplo es verdad” y el ejemplo de los políticos (malo o bueno) nos enseña lo que vale y lo que no y moldea nuestras acciones. Si el político es corrupto y está todo bien, debe ser que ser deshonesto, al menos en mi sociedad, no está tan mal visto. Esa es la hipótesis que tenía y la que testée en mi paper.
Si mirás el vaso medio lleno, todas estas son buenas noticias. No necesitamos mil años para que esa viveza criolla mute en algo mejor. Si mirás el vaso medio vacío: así como es posible mejorar la honestidad de nuestra cultura, también es fácil empeorarla (unos cuantos malos ejemplos alcanzan).
Yendo al punto. Para evaluar si políticos corruptos causan ciudadanos deshonestos necesitamos varias cosas.
Definir una medida objetiva de corrupción. Nada de “percepción de corrupción”, data dura. En México hay una institución (Auditoria Superior de la Federación, un organismo autónomo) que audita los gastos municipales de unos 100-200 municipios por año. Cuando termina (en Marzo de cada año) saca un informe en donde te dice el porcentaje de ciertos fondos que el alcalde utilizó, digamos, o sea, indebidamente (aka, malversación).
Definir una medida objetiva de deshonestidad ciudadana. En México los estudiantes del secundario daban una prueba estandarizada (la prueba ENLACE). Qué tiene que ver esto con la deshonestidad, ¿no? Que que la gente deshonesta se copia. ¿Y cómo sabemos quién se copió y quién no? El gobierno sabe. No me meto en detalles, pero pensá esto: una prueba multiple choice, la misma para todos en el aula. Si los patrones de respuestas son parecidos entre alumnos de un aula y las respuestas están BIEN, no podemos saber si se copiaron o simplemente eran muy buenos los dos alumnos. Si los patrones de respuestas son parecidos entre alumnos de un aula y las respuestas están MAL, pero no solo mal, sino que eligen las mismas respuestas equivocadas, entonces hay algo estadísticamente raro. Bueno, así identifican a los “potenciales cheaters”, buscando patrones inusualmente similares de respuestas incorrectas dentro de un aula.
Una estrategia para identificar causalidad. Si resulta que en los lugares en donde los alcaldes son corruptos también los chicos se copian mucho…, y…de causalidad no creo que podamos decir nada.
Mirá el timeline de arriba. Si un alcalde del municipio X desvió fondos en 2010, existe una chance de que sea auditado en 2011 y, en tal caso, su corrupción se va a revelar solamente en 2012. En marzo, más precisamente. Lo que nos importa para identificar un efecto causal no es la corrupción en sí misma, sino la revelación de la corrupción. Es decir, lo que nos gustaría ver es que, antes de que se revele la corrupción de un municipio (en el ejemplo de arriba 2010 y 2011), los chicos no se copiaban ni más ni menos que en otros municipios y, recién en 2012 (cuando la corrupción salió a la luz), los chicos del municipio corrupto empiezan a copiarse más que el resto.
El gráfico de arriba muestra en el eje X los períodos pre, durante y post publicación de las auditorías. El momento 0 es el año en que se revela (o no) que un municipio fue corrupto dos años antes. El 1 es el año posterior a esa revelación y el -1 el año anterior. El eje Y muestra la diferencia entre la proporción de alumnos que se copiaron (tasa de cheating) en municipios en donde en el año 0 se reveló corrupción y los municipios que se auditaron pero se reveló que no hubo corrupción. Fijate que en el año -1 y -2 (sería 2010 y 2011 en el ejemplo de arriba) la tasa de cheating de los chicos que viven en municipios que eventualmente se revelarían corruptos (en nuestro ejemplo, en 2012) es igual que las de los que viven en municipios que eventualmente se revelarían NO corruptos. O sea: mientras el alcalde del municipio X estaba siendo corrupto pero nadie se enteraba, los chicos no se copiaban ni más ni menos. Pero resulta que el momento en que la corrupción sale a la luz, hay un salto en la tasa de cheating. En otras palabras: empezás a copiarte más cuando te enterás que el alcalde, que mal no le está yendo, es un corrupto. La corrupción te hizo más dehonesto.
La pregunta natural que le sigue a esto es por qué. Hasta ahora lo que sabemos es que el alcalde corrupto genera alumnos que se copian más. ¿Y en el medio qué pasa? Imaginate esta situación. Tenés 16 años y estás en 4to año del secundario. A la mañana desayunás con tus viejos y tu hermano de 7. Al alcalde lo encontraron corrupto, los medios levantan la noticia, tu viejo se comen una tostada mientras lee la sección de política. Deja la tostada y antes de agarrar el café te tira un “pero será de dios (sí, tu viejo es el protagonista de una telenovela adolescente de los 90s), esos tipos al final son todos corruptos. Para progresar en este país parace que hay que ser un chorro”. Vos escuchás atentamente y te terminás la Cindor antes de ir al colegio a rendir el examen estandarizado. Te sentás, mirás la prueba. No entendés nada. Mirás al compañero de al lado, dudás. Recordás lo que dijo tu viejo y empezás a copiarte sus respuestas.
Yo no sé si todo esto pasó. Ni te voy a mostrar evidencia irrefutable. Pero te voy a mostrar algunos resultados que al menos son consistentes con esta historia.
Para que sea creíble la historia de arriba, tiene que pasar que los medios efectivamente levantan la noticia. Y para eso tiene que pasar que existan medios. Como la corrupción es local, idealmente debería pasar que haya medios locales. Bueno, cuestión que hay y están distribuidos más o menos como en el mapa de abajo. ¿Ves los puntitos azules del mapa de abajo? Bueno, ahí hay mucho medio local. El efecto corrupción→copiado se da específicamente en esos lugares en donde hay muchos puntitos azules y, por ende, en donde es más probable que se difunda la noticia de corrupción y que tu viejo lo lea en el diario.
Para que sea creíble también tiene que ser cierto que el hecho de corrupción es sorprendente. Me acuerdo que cuando presentaba este paper allá por 2017 siempre me decían algo tipo “vi que en Argentina hubo un escándalo de un minsitro que tiraba bolsos con plata a un convento, supongo que eso va a hacer que los chicos de Argentina sean mas deshonestos, si le creo a tu paper”. Y la verdad que no. Yo qué sé, que el ministro López tire bolsas de plata a un convento es un toque sorprendente, pero que el gobierno del que formó parte tenía fama de corrupto ya era bastante vox populi. En otras palabras y volviendo al ejemplo de los alcaldes mexicanos: si ya sabías que tu alcalde era corrupto, no deberías cambiar tus creencias, tus valores o tu comportamiento cuando te enterás que … bueno, es corrupto, tal como ya sabías. Digo, tu viejo no va a tirar ningún comentario en el desayuno porque no hay nada nuevo bajo el sol. En el paper muestro que el efecto solamente existe cuando el alcalde que terminó siendo corrupto pertenece a un partido que tiene percepción generalizada de honestidad en ese Estado (no el PRI, digamos, o sea).
Para que sea creible la historia que te conté arriba también tiene que ser cierto que tu viejo de alguna manera cambió su forma de pensar sobre la importancia de la honestidad. O sea, tiene que pasar que, antes del escándalo de corrupción no pensaba que “para progresar en este país parace que hay que ser un chorro” y después sí. En el paper muestro exactamente eso: si te preguntaban, por ejemplo, si estabas de acuerdo con que “las leyes están para romperlas” unos días antes de que salga a la luz la corrupción, probablemente hubieras dicho que no. Si te lo preguntaban unos días después, probablemente hubieras dicho que sí. Tu viejo tiró esa frase en la mesa porque la revelación de corrupción le cambio los valores. Al menos por un tiempo.
Como estamos llegando al final del envío de hoy y seguramente dejaste de prestar atención hace dos párrafos, voy a aprovechar y me voy a extralimitar un poco. Los buenos y malos ejemplos importan, el liderazgo (positivo o negativo) también. Pero (creo) no hay forma más eficiente de perpetuarlos que a través de las instituciones. Siempre que presentaba este paper recibía el mismo comentario: “¿y qué hubiera pasado si los alcaldes corruptos hubieran ido presos?”. Ojalá supiera. Pero el punto es precisamente que no pasaba: nadie (o casi nadie) iba preso. Tal vez si hubieran sido condenados, el mensaje (y por ende el ejemplo) hubiera sido otro: ser corrupto no es aceptable y, por lo tanto, no es gratis. No lo sé. Pero que las instituciones no castiguen comportamientos inadecuados es una gran forma de perpetuar los malos ejemplos. Y vice versa. ¿Y entonces? Habrá que aprovechar esas ventanas de oportunidad en donde hay voluntad y consenso para construir buenas instituciones, de esas que generan buenos incentivos para que los líderes no puedan dar malos ejemplos ni aunque quieran.
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El paper de hoy es este.
El paper sobre correlación entre honestidad y corrupción (el del dado) ‘ta acá.
Hace unos meses salió otro muy bueno de los amigos Giorgio y Federico del mismo estilo pero en Italia.
Acá está mi charla TED. Hablo de esto.
En el próximo envío
“Muchaaaaaachooooos”. Si sos campeón del mundo argentino, sabés que en Diciembre de 2022 abrazaste y le dijiste TE QUIERO hasta a la persona mas odiosa de tu barrio, hasta al enemigo político más acérrimo y a tu bully de la primaria. La próxima te cuento por qué eso que hiciste no es tan raro. El fútbol es así.
Una alternativa adicional a la correlación: en los países donde los políticos son corruptos, la población está más empobrecida. Si hay más probreza, es más probable que la gente mienta en el experimento para tratar de llevarse la mayor cantidad de plata posible. Esto se me ocurre asumiendo que el nivel de ingresos de "jugador" en ese experimento es relevante a la hora de mentir o no por el premio.
Sólo una anécdota que recuerdo cada tanto cuando sale este tema: en los 90 visitamos con mi pareja a Disney y uno de los tantos entretenimientos que fuimos a ver fue el Rey León representado por marionetas en una sala cerrada. Antes de empezar una voz por los parlantes avisa que estaban prohibidas las fotos con flash cuando se apagaran las luces. Se apagaron las luces, aparecieron las primeras marionetas y vemos y oímos el primer flash desde el público. Le susurro a mi mujer: "un argentino". Casi enseguida, otro. "Otro argentino". Hasta ahí mi mirada "cultural" sobre el cumpimiento de reglas. Pero pasan un par de minutos y de pronto casi toda la sala empezó a sacar fotos con flash, casi sin parar durante los 15' del espectáculo. Entendí que al no haber represalias, todos se sintieron libres de romper la regla (mirada "institucional"). Aclaro que por la época del año, la mayoría de los asistentes eran estadounidenses y no latinos. Como supongo la mayoría de los argentinos cuando viajamos a Europa o USA yo estaba muy sorprendido por el apego al orden y a las reglas de la población de ese país, hasta que en ese momento entendí que sin premios y castigos parecería que tampoco funciona.