¡Hola! ¿Cómo estás?
El candidato republicano es proteccionista y le va bastante bien entre los trabajadores (o ex-trabajadores), incluso entre sindicalizados. A quién se le hubiera ocurrido hace algunos años, ¿no? ¿Será que el laburante industrial se hinchó las pelotas de que los demócratas lo miren mal por no hablar con la “X”?
¿O será que la agenda pro-comercio de los demócratas de los 90’s espantó a su base proteccionista? Seguí leyendo que te cuento un poco.
Espero que te guste. Gracias por leer.
Las preguntas de hoy
¿Por qué ahora los demócratas son pro-comercio y los republicanos proteccionistas?
¿Cómo afectó el libre comercio en USA a la demografía del votante de cada partido?
Viernes 4 PM, verano. Una callecita en Hoboken, New Jersey, que mira a Manhattan pero desde lejos. Un cafecito de dos metros de ancho, mesitas en la calle, una barrita, una máquina de espressos La Marzocco y una bandeja de piedra con 4 cuadrados, un pastry distinto en cada uno. Un LP de Willard Robison del ‘58 sonando en un Systemdek IIX en perfecto estado. Un barbudo-pelado usando unas zapatillas Autry (de las originales fabricadas en 1983), anteojos de armazón de 250 gramos, un golden turmeric latte 78 grados celsius hecho con leche de anacardo. Laptop con sticker de dibujo de Ruth Bader Ginsburg con un perrito haciendo fuck you. Otro sticker de “I Voted”, otro con el loguito de UC Berkeley y otro con Elizabeth Warren hablando y un “nevertheless she persisted” de fondo. El dolape es un Founder.
El dolape vota demócrata y escribe Latinx para referirse a su amigo Antonio, rubio, hijo de mexicanos que conoció cuando hizo el MBA en la business school de Harvard y que trabaja en banca de inversión. Y que le rompe las bolas que le digan Latinx.
Un poco exagerada la imagen, puede ser. Pero un poco nomás. La data dice que hoy casi la mitad de los votantes demócratas +25 terminaron la facu, versus 31% de los republicanos. En el ‘99 era 23% de los demócratas contra 30% de los republicanos. Hoy los demócratas suelen arrasar en los centros urbanos (70% del voto popular en counties de más de un millón de personas) y los republicanos lo mismo en los rurales (70% del voto en los de menos de un millones de personas). Antes no era así; antes de los 70’s rural o urbano no era un gran divisor pero la brecha se fue abriendo de a poco y en los 2000’s explotó. Y, esperablemente, los distritos más ricos se volvieron masivamente demócratas. Y no solo eso, las elite (el top 1, 2, 3, 5% de riqueza) que históricamente eran republicanos, se volvieron demócratas en los 2000s y 2010s. Los demócratas, el partido típicamente de izquierda y de los trabajadores, se volvieron ricos, educados y urbanos. Y liberales. Y, en contraposición, los republicanos se volvieron menos educados, más rurales, más pobres. Y más… trabajadores.
Entender qué motivó este cambio brutal en el perfil de los votantes de las históricamente izquierda y derecha (que se dio en USA pero también en muchas otras latitudes) le saca el sueño hace varios años a politólogos y economistas. Hay mucho escrito en papers y también mucha discusión en la calle, en la tele, en revistas. La respuesta no está clara. Tenemos pedacitos de respuestas que tienen sentido y algunas hasta algo de evidencia. Pero no mucho más.
Últimamente se puso de moda odiar al wokismo. Si hace unos años la onda era que todo aquel que no comulgaba con cada detalle de las expresiones identitarias que explicaban las injusticias de este mundo era un hijo de puta (y ni hablar si el que no comulgaba era blanco), ahora se vino la respuesta vengativa del antiwokismo empoderado. La idea es que si te parece que existe algo parecido a la discriminación en alguna de las dimensiones que levantó el progresismo en los últimos 20 años, no sé si sos un hijo de puta pero cuando menos sos un infradotado. Como si hubiera una reivindicación de nuestro derecho a mirar tranquilamente el corte de faldas de Tinelli a las chicas del Bailando por un Sueño en prime time (nota para los no-argentinos: es literal la referencia; era un conductor de TV cortando la falda de las bailarinas del piso, no hay mucho más que explicar), motivada, creo, por un hecho imposible de negar. El hecho: los resultados de las elecciones en demasiados países nos dicen que evidentemente hay muchas personas a quienes, en el mejor de los casos, no les importa ni un poco ninguno de esos temas que le preocuparon a la izquierda urbana en los 2010’s y 2020’s y, en el peor de los casos, les parece que toda esa movida woke fue una tragedia cultural.
Una pena porque la discriminación, el racismo, el machismo, la xenofobia y el clasismo existen y hacer cosas para mejorar esos problemas es bueno. Pero las soluciones motivadas en extremos identitarios fueron casi siempre por lugares equivocados para esos fines. No solo equivocados, sino también molestos.
Empecemos a unir puntos. Hay varias cosas que se dieron en simultáneo en los últimos años en USA.
El perfil del votante republicano se volvió más rural, menos educado y más pobre. El del demócrata fue cambiando exactamente en el sentido contrario.
A mucha gente le empezó a joder mucho el discurso woke. Particularmente a los republicanos. Del otro lado están los que son como el dolape founder que toma turmeric latte que describí en el primer párrafo de este envío. Gente educada, rica, cool, que votó y votará demócratas y que aparte es mas woke que pedir perdón por ser blanco.
La tentación está ahí. 2+2 es 4 y explicar el rotundo cambio en el perfil del votante demócrata parece obvio: el partido (junto con muchos de sus votantes) se volvió tan pero tan woke que terminaron perdiendo a sus fieles de siempre: los trabajadores. A John Donovan, obrero textil blanco de 57 años que vive en los Appalachians de Ohio nada podría importarle más que el feminismo. Peor, nada le molesta más que le rompan las bolas porque no le dice “they” a Kimberly, la amiga de su hija de 20. En 2016 John votó a Trump. Primera vez en su vida que vota republicanos. La hipótesis de los blancos hartos de la “agenda woke” que se volvieron republicanos por motivos culturales suena bien y tal vez hasta tenga algo, poquito, de cierto. Pero la evidencia más fuerte viene por otro lado.
Para mí que el exceso de liberalismo es el gran responsable de que los demócratas hayan perdido a sus votantes de siempre. Pero no por tirar demasiado fuerte de la cuerda liberal woke, sino más bien por pasarse de librecambistas económicos.
Dejame aclarar algo: el libre comercio es una maravilla. Ni siquiera me gasto en explicar por qué, porque el consenso arrollador entre economistas (aprovechen una vez que nos pusimos de acuerdo en algo) es que, con matices, los países tienen que poder comerciar entre ellos de la manera más libre posible. La globalización es espectacular: sacó a varios miles de millones de personas de la pobreza y los incorporó al mundo. Chinos, vietnamitas, indios, pakistaníes. Fue realmente un milagro para el mundo que creció como loco y encima se hizo más igualitario.
Pero es un error pensar que no hay perdedores. Pensalo así: los chinos pobres que se incorporaron a las cadenas globales (produciendo, no sé, textiles a precios bajos), le generaron un problema grande a los americanos que producían lo mismo pero en los Appalachians de Ohio. ¿El mundo es menos pobre a partir de esta reconfiguración productiva? Claro. ¿Y más igualitario? También, cuando consideramos la desigualdad del mundo como un todo al menos. Hacia adentro de cada país la historia es otra porque el obrero de los Appalachians que se quedó sin laburo y consiguió alguna changa peor paga va a ser más pobre que antes y el dolape hipster founder de NY va a pagar las remeras oversized mucho más baratas que antes, o sea que va a ser más rico.
Los gobiernos se deciden al interior de cada país. ¿Qué le importa la pobreza del mundo a John Donovan de los Appalachians? El tipo que perdió el laburo está bastante enojado y la movida globalizadora le parece nefasta. Y resulta que los globalizadores son los demócratas.
En 1993, el gobierno demócrata de Clinton empujó fuerte para que saliera el NAFTA, el tratado de libre comercio entre USA, México y Canadá. En 2016, Trump, republicano, hizo campaña diciendo que el NAFTA fue el peor tratado de libre-comercio que firmó el país. El NAFTA (o, bueno, los 90’s) significó un cambio radical en el discurso del partido demócrata, que ahora era abiertamente pro-comercio. En el medio, el NAFTA tuvo sus impactos económicos (buenos para algunos, malos para otros) y eso contribuyó a cambiar el panorama político americano. El paper de hoy, de Jiwon Choi, Ilyana Kuzemko, Ebonya Washington y Gavin Wright, intenta medir causalmente el impacto político del NAFTA. ¿Será que el NAFTA hizo a los (ex)-demócratas más republicanos?
Primero, como siempre, nos preguntamos cómo hacemos para medir el efecto causal del NAFTA en lo que sea que nos interese como outcome. El NAFTA pasó en todo el país y al mismo tiempo: ¿cómo hacemos para aislar el efecto NAFTA de otras cosas que también pasaron en el país y al mismo tiempo? Ilyana y colegas hacen algo que ya vimos en otra oportunidad: crear una medida de exposición a un nivel subnacional (por ejemplo, localidad o municipio) pre-NAFTA al tratado de libre comercio y comparar la evolución de la variable que nos interese, antes y después del NAFTA según que tan expuestos estaban los distritos ANTES de que se implemente. Ejemplo: si vivís en una ciudad en donde la actividad económica más relevante son las fábricas de zapatillas de goma y de un día para el otro se te viene el NAFTA, lo más probable es que los productores mexicanos destruyan ese mercado (y por ende empobrezcan a tu distrito) porque su costo es mucho menor. Ahora, si vivís en un distrito en donde se produce mayormente, digamos, servicios de consultoría financiera, lo más probable es que el NAFTA no te joda en nada o incluso sea beneficioso porque ahora vas a comprar zapatillas de goma más baratas.
El mapa te muestra el nivel de “exposición” al NAFTA pre-implementación, en función del tipo de productos que se hace en cada distrito y su potencial competencia de países NAFTA. En clarito, lugares que no estaban muy expuestos y en rojo/oscuro, los lugares que estaban más expuestos.
Vamos al primer resultado. Si la historia es que los distritos más expuestos al NAFTA son los que perdieron más laburo (y por ende terminaron cambiando su voto), lo primero que hay que mostrar es que, efectivamente, los más expuestos perdieron más laburo. Mirá el grafo de abajo.
Concentrate en los azules. En el X tenés los años (en el ‘94 llegó el NAFTA). En el Y tenés cambios en el empleo de cada distrito según qué tan expuestos estaban al NAFTA. Cuando es negativo, significa que los más expuestos perdieron más empleo que los menos expuestos (y viceversa). Fijate como antes del NAFTA era todo 0. O sea, la evolución del empleo pre-tratado era parecida para distritos que estaban potencialmente más o menos expuestos a la competencia que iba a traerles el NAFTA. La cosa empieza a cambiar, esperablemente, en 1994: el empleo en distritos expuestos de cae fuerte en comparación a los menos expuestos. Y ni te lo muestro acá, pero si querés otro indicador: los subsidios y pedidos de seguro de desempleo crecieron mucho más en las zonas expuestas que en las que no. Aclaración importante: este gráfico no nos dice nada sobre el efecto del NAFTA en el empleo (absoluto) de Estados Unidos. Lo único que hace es mostrarnos que algunos distritos sufrieron en comparación con otros. Es un gráfico de impacto RELATIVO. Sigamos.
Los modelos de comercio en economía nos dicen que, si cambian los salarios relativos de un distrito versus otro (antes ganabas bien en el distrito de las zapatillas de goma, ahora no), la gente debería moverse hacia lugares más rentables. Bueno, eso no pasó: el NAFTA no generó una migración interna relevante (debe ser que, quién lo hubiera dicho, las personas se mueven más lento que los bienes y el capital). ¿Y entonces?
Se supone que este post no es sobre el impacto económico sino político del NAFTA. Empecé preguntándome por qué ahora los demócratas no son mas esos aguerridos trabajadores de fábrica y más bien se convirtieron en unos cabeza de rodilla con mucha barba y al menos una empresa fundada. Y te conté que tal vez la cosa venía por el lado del liberalismo, no en términos culturales, sino económicos. Falta el resultado clave: perdés el laburo, no te mudás y aplicás a cuanto seguro subsidio veas por ahí…pero, ¿seguís votando demócrata?
Concentrate en los puntos negros y en los naranjas. Fijate como el voto demócrata y el voto republicano se mueven parecidos entre distritos expuestos y no expuestos (potencialmente) al NAFTA hasta fines de los 90’s. O sea, la tendencia ANTES del NAFTA era parecida; nadie nos puede decir que esos distritos más vulnerables a la (futura) competencia del NAFTA ya venían haciéndose republicanos. En el 2000 la cosa empieza a cambiar, los distritos expuestos al NAFTA dejan de votar demócratas (en comparación de los no expuestos) y vice versa. Y en el 2016 la cosa ya es irremontable.
Te tiré un montón de resultados: el NAFTA aumentó (relativamente) más el desempleo en ciertas zonas que estaban expuestas a la futura competencia que otras. En esas zonas la gente empezó a aplicar a ayuda social y de a poco en esos lugares el voto republicano empezó a crecer (relativamente a los distritos menos expuestos) y el demócrata a caer. Pero para que me crea que esa conexión aperturaglobalista-voto a republicanos existe me falta algo más.
Agarrá a un grupo de, no sé, 1000 americanos en 1992, antes de que se firme el NAFTA y preguntales con qué partido se identifican y qué opinan del libre comercio. Dentro de los demócratas tenés de todo: gente que le gusta el libre comercio, gente que no, gente que le da lo mismo. En el ‘94 finalmente se firma el tratado. Si es verdad que son los demócratas históricos, obreros que no son fans del libre comercio, los que terminan yéndose hacia el GOP, deberíamos ver que, entre los 1000 americanos que encuestamos en el ‘92, la probabilidad de que en el ‘94 sean del GOP debería ser mucho más alta entre los que eran proteccionistas versus los que no. Resulta que la probabilidad de que te hagas republicano en el ‘94 era casi 10% más alta si pre-NAFTA eras proteccionista.
Es cierto que los demócratas, aparte de ser los malvados neoliberales aperturistas y globalófilos, también son los de la “agenda woke”. Y también son los más permisivos con la migración y también son los que se preocupan por el cambio climático. ¿Pero lo que le jode a John de los Appalachians son los pronombres rebuscados y tener que separar la basura o que no tiene un peso? Y lo mismo del otro lado, eh. Seguramente al dolape con exceso de educación del cafecito de Hoboken le encante separar la basura en 9 categorías, pero más le gusta pagar 12 dólares un Levi’s de liquidación.
Probablemente no sea tan fácil separar las causas económicas y las culturales del avance del populismo en el primer mundo (y, en todo caso, que los factores económicos sean relevantes no implica que los culturales no lo sean). Quiero decir, el tiempo y los recursos son finitos y si como partido le dedicas mucho espacio al cambio climático, le vas a tener que dedicar menos espacios al desempleo de los blancos generación X. Pero no hay que perder el foco: la tragedia de John es no llegar a fin de mes. Y su voto probablemente refleje mucho más esa molestia que la incomodidad de los pronombres confusos. ¿Existiría Trump si la “agenda woke” conviviera con cierta prosperidad económica de los blancos pobres con pocos años de educación? No lo sé. Creería que no.
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Muy, muy interesante. Lo que es irónico es el discurso pro Reagan que siguen teniendo los republicanos, cuando ya parecen los demócratas del siglo xx en realidad. El NAFYA lo empezó a negociar Reagan; y si mal no recuerdo un gran opositor en los 90 a este acuerdo era nada más y nada menos que Bernie Sanders.