¡Hola! ¿Cómo estás?
A algunos le parece que la desigualdad no importa siempre que baje la pobreza. Otros piensan que reducir la desigualdad es un objetivo deseable en sí mismo.
A un mismo nivel de ingreso, ¿nos da lo mismo vivir en sociedades muy desiguales (como Brasil) o más equitativas (como Noruega)? ¿Nos molesta la desigualdad? ¿Qué tipo de desigualdad?
Espero que te guste. Gracias por leer.
Las preguntas de hoy
¿Qué tipo de sociedad nos gusta, una más o menos igualitaria?
¿Qué tipo de desigualdad es la que nos molesta?
Hace poco Mariano me mando un mensaje por Instagram. No hablo con él desde el 2001. En esa época nos hicimos amigos por la música. El era guitarrista y tocaba en una banda con un bajista que también tocaba en mi banda (Funky Chicken).
Me escribió después de leer uno de los envíos de este Newsletter. El envío era sobre “preferencias por la distribución”. El post partía del supuesto de que, si apoyamos políticas redistributivas es porque nos beneficiamos de ellas (por ejemplo, recibimos subsidios) y que, si no las apoyamos, es porque nos perjudican (por ejemplo, porque los impuestos recaen sobre nosotros). Mariano me hizo un comentario muy atinado: muchos apoyan (inclusive él) políticas redistributivas aún cuando están del lado de la distribución que las “paga”, simplemente porque les gustan las sociedades más equitativas. Le conteste con sinceridad: “tenés razón, pasa que en un posteo no puedo incluir todo”. En dos tampoco, pero a ver si me acerco un poco.
La pregunta sobre “qué tipo de sociedad te gusta” (en cuanto a la equidad) es bastante ambigua y difícil de responder. La primera complicación surge de la pregunta en sí misma. Si yo te pregunto “¿preferís una sociedad equitativa, tipo Noruega o poco equitativa, tipo Brasil?”, lo más probable es que lo que me respondas no es estrictamente lo que te pregunté, sino más bien “¿preferís una economía como la Noruega o como la de Brasil?”. La economía de Brasil difiere de Noruega en un montón de dimensiones además de la distribución de su ingreso. La más obvia: si un brasileño se muda a Noruega, no solamente se va a mudar a una sociedad más igualitaria, sino también a una sociedad en la que va a ganar más.
Pero la cosa es incluso más compleja. Creo que nadie discutiría que la de Noruega es una sociedad más igualitaria que la brasileña. Pero en el medio de Noruega y Brasil hay un montón de grises que no son tan triviales: hay muchos tipos de desigualdad. ¿Nos molesta que los ricos sean demasiado ricos? ¿que los pobres sean demasiado pobres? ¿nos molesta que la diferencia de ingresos entre deciles sea demasiado grande?
Todas estas preguntas en teoría se podrían responder experimentalmente. Pero hacer un experimento de campo aleatorizando variables como el salario es sencillamente imposible. Cuando necesitamos hacer un experimento imposible “en el campo”, la mejor opción que tenemos suele ser ir al laboratorio. Lo que te voy a contar es una herramienta cada vez más común en economía: los survey experiments. Los llamamos así porque son experimentos “embebidos” dentro de una encuesta. Es decir: te hago responder preguntas, pero voy haciendo pequeños cambios en alguna variable (te doy tal o cual información, por ejemplo) para ir midiendo como cambian tus respuestas. Hoy te cuento sobre el paper de Ray Fisman, Ilyana Kuziemko y Silvia Vannutelli.
Imaginate que agarras a un grupo grande de personas y les pagas para que participen en una encuesta desde sus computadoras. El procedimiento es simple. Primero, cada persona va a ver una pantalla como la de abajo.
Todos los datos son hipotéticos. Un juego, digamos. Cada barra azul representa un “septil” de la distribución del ingreso imaginaria del país en donde vive la persona que responde (llamémoslo Juan). “Septil” es como “decil”, con la diferencia que en vez de dividir a la distribución en 10 deciles, la dividimos en 7 septiles. Por ejemplo, la primera barra del gráfico izquierdo dice “$14,640”. Eso significa que el séptimo (1/7) más pobre de esa sociedad gana en promedio ese salario anual. El salario (también hipotético) de Juan está representado por la barra roja: gana, por ejemplo “$107,028”, que es el promedio del septil número 4. Lo tarea de Juan es simple: elegir si le gustaría más vivir en una sociedad como la de la izquierda (A) o como la de la derecha (B). Fijate un par de sutilezas. Primero: el salario (hipotético) de Juan no cambia entre A y B, es exactamente el mismo. Segundo: lo que sí cambia es el salario del resto y, por lo tanto, la distribución del ingreso (pero no el ingreso total) de cada sociedad hipotética.
Juan no juega una vez, sino varias. En cada “turno” (jugada), el salario de Juan va a variar aleatoriamente (respecto a otros turnos; o sea, a veces va a ser hipotéticamente rico, otras no tanto), pero se va a mantener entre las sociedades A y B. El salario del resto también va a ir cambiando de forma aleatoria en cada turno. O sea, en cada turno la distribución de ingresos va a ir cambiando, pero el ingreso de Juan (y el promedio) va a ser igual en ambas sociedades hipotéticas.
Aparte de Juan hay otros jugando y respondiendo: Pedro, Margarita y un largo grupo de personas. Todos responden qué tipo de sociedad les gusta más, cambiando aleatoriamente (y en cada turno) la distribución a la que se enfrentan y su propio ingreso hipotético. ¿Para qué nos sirve hacer todo esto? Vamos por partes.
Al aleatorizar todos los cambios (por turno y persona), se generan dos cosas. Primero, el nivel de inequidad en A y B en cada turno y para cada “jugador” va a ir cambiando: a veces A va a ser MUCHO más equitativa que B y otras veces la diferencia en cuanto a inequidad tal vez no sea tan grande. Segundo, el tipo de inequidad va a ir cambiando. Por ejemplo, a veces, aleatoriamente, Juan va a tener que decidir entre una sociedad A en donde todos ganan más o menos lo mismo mientras que en la B el septil más rico es desproporcionadamente rico. Otras veces va a tener que decidir entre una sociedad A en donde todos ganen más o menos lo mismo y otra en la que el septil más pobre es extremadamente pobre y el resto tiene ingresos parecidos. A veces el septil más rico de la sociedad B va a ser muchísimo mayor al mismo septil en la sociedad A y otras veces va a ser menor.
¿Por qué nos importa generar tantos “turnos”? Pensalo así: cada turno (para cada jugador) es una observación. Imaginate que tenés solamente un turno, en donde le mostrás a Juan las pantallas del gráfico de arriba y Juan elige la sociedad B. Entre A y B cambian un montón de cosas. O sea, tal vez Juan eligió B porque le molesta que el ingreso de los más ricos sea tan alto en A. O tal vez Juan eligió B porque le gusta que no haya mucha diferencia de ingresos entre los dos deciles más pobres. O tal vez las dos cosas. ¿Cómo sabemos cuál es? Con una sola respuesta no sabemos. Ahora, si lo hacemos jugar de nuevo a Juan y le mostramos una pantalla idéntica a la de ese gráfico, pero esta vez hacemos que la diferencia entre los dos septiles más pobres sean iguales en A y B y ahí Juan elige A, podemos empezar a darnos una idea más precisa de qué es lo que le gusta a Juan de una distribución de ingresos.
En el extremo, si hacemos que Juan elija entre todas las combinaciones posibles de ingresos por septil, vamos a poder EXACTAMENTE qué distribución es la que más le gusta a Juan. Cada respuesta adicional que podamos obtener (de Juan y de otros) nos va a dar un poquito más de información para acercarnos a la verdad.
El próximo paso es usar toda esta información. Lo que los autores van a hacer es correlacionar “probabilidad de que elija sociedad (digamos) B” con la diferencia entre el ingreso de cada septil de la distribución entre ambas sociedades. En otras palabras: lo que queremos ver es si Juan, Pedro, Margarita y todo el resto tienden a elegir, por ejemplo, sociedades tipo en Brasil; o tipo en Noruega.
Cada punto del eje X del gráfico es un septil (hipotético) de ingreso: el 1 es el séptimo más pobre y el 7 es el más rico. Cuando el punto es positivo (como en el más pobre), la gente prefiere sociedades en donde el ingreso de ese grupo es relativamente más alto. Por ejemplo: entre sociedades en donde los más pobres ganan 1000 o 1200, la gente prefiere donde ganan 1200.
Cuando es negativo (por ejemplo, el más rico), significa que, en promedio, la gente prefiere sociedades en donde el ingreso de ese grupo es relativamente más bajo. Por ejemplo: entre sociedades en donde los más ricos ganan 10000 o 12000, la gente prefiere donde ganan 10000.
Dos enseñanzas:
1) a la gente no le gusta que los más pobres sean demasiado pobres.
2) a la gente no le gusta que los más ricos sean demasiado ricos.
Todo bien con sociedades desiguales “en el medio”, pero no nos bancamos que los extremos sean demasiado extremos. Nos molesta la desigualdad, pero nos molesta de una forma bien específica.
No se si ya te preguntaste el por qué del título se este post (“Keeping up with the Kardashians”). Tal vez sí pero, como tampoco entendiste nunca por qué este Newsletter tiene como logo a un pollo, no te llamó tanto la atención. El título de este envío no es antojadizo (y el logo tampoco). Veamos.
Cuando iba a la facultad tenía un amigo que había leído la Rebelión de Atlas y que pensaba que las personas que quieren distribuciones más equitativas en realidad son unos envidiosos que no les gusta ser más pobres que otros. Un poco me apena decirlo, pero los datos algo de razón le dan, aunque no exactamente en el sentido que él creía.
Pensá en lo siguiente: hasta ahora lo que dijimos es que a la gente le molesta la desigualdad de los extremos (ricos demasiado ricos, pobres demasiado pobres) pero que la desigualdad “en el medio” casi que le da lo mismo. Esto es cierto para “el promedio”, es decir: promediando las preferencias de los que (hipotéticamente) estaban en el septil más rico, en el septil más pobre y en cualquiera de los otros séptiles. Pero este promedio esconde un efecto potencialmente interesante: aún cuando mantengamos constante tu propio ingreso (y el del promedio de tu sociedad), no es obvio que tus preferencias por sociedades más o menos equitativas sean las mismas cuando sos relativamente rico que cuando sos relativamente pobre, o que cuando estás cerca de la mediana.
Vamos con un ejemplo. Al tanito Guicovsky, jugador hipotético de, digamos Lanus, defensor razonable sin mucha proyección más allá de lo que ya tiene, no le jode tanto que el 9 de River gane un montón de plata. Lo que SI le jode bastante es que el rusito Bertolotti, zaguero hipotético de, digamos Rosario Central, un poquito más habilidoso (pero no tanto), la haya “pegado”, se lo hayan comprado en Ecuador y gane bastante más que él.
El 9 de River gana desproporcionadamente más que el rusito, pero está TAN lejos de cualquier cosa a la que pueda aspirar el tanito, que ni se gasta en compararse. Si hay algo que no le gusta a la gente (como al tanito) es que la distancia en términos de ingreso con los que están ahí cerca nuestro, sea demasiado grande. ESA desigualdad en particular, la que nos obliga a tratar de “keep up”, no la queremos.
En el gráfico se ve cómo van cambiando las preferencias dependiendo del nivel de ingreso (hipotético) de los participantes. Me voy a centrar en interpretar una de las figuras, la segunda (“subject in position 2”), que mide las preferencias promedio de los individuos cuyo ingreso está (hipotéticamente) en el segundo septil. El resto se interpretan parecido. Una cosita técnica antes: en cada gráfico hay un punto que falta, en el primero falta el 1, en el segundo falta el 2, en el tercero el 3 y así. Eso es precisamente porque en cada gráfico estamos parándonos en la perspectiva de un individuo que está en ese septil y acordate que el ingreso (hipotético) de cada participante es igual en A y en B o sea que no hay nada que elegir. Fijate dos cosas:
A las personas que están en el segundo septil (o sea, los “segundos más pobres”) le molesta que los extremos sean demasiado extremos. Esto es exactamente igual a lo que vimos antes: el septil uno tiene un valor positivo y el septil siete un valor negativo.
Los septiles 4, 5 y 6 son todos cero. Eso también es parecido a lo que vimos antes: la desigualdad “en el medio” mucho no le inquieta. Pero ahora el septil 3 también tiene un valor negativo. Esto significa que, entre dos sociedades idénticas, esta gente va a preferir aquella en la que la diferencia entre sus ingresos y los del septil inmediatamente más ricos sea menor.
Si mirás cualquiera de los otros gráficos, el patrón es parecido: fijate el primero, por ejemplo. A los del septil 1 (el más pobre) les molestan las sociedades en donde los ricos son demasiado ricos y las sociedades en las que el septil inmediatamente más rico que ellos (el 2) es “demasiado” rico, pero no tienen ninguna preferencia especial en relación a la distribución del resto. El tanito somos todos.
No solamente tenemos preferencias bien específicas sobre qué tipo de desigualdad no nos gusta (no nos gustan los extremos muy extremos), también tenemos preferencias bien específicas sobre el tipo de desigualdad no nos gusta, según cuál sea nuestra posición en la distribución (no nos gusta que el de adelante se nos separe mucho).
Este paper no nos ayuda a identificar a la gente que, como Mariano, está dispuesta a pagar con tal de vivir en una sociedad menos desigual. Pero nos acerca un poco a entender el fenómeno: la desigualdad (o al menos, algún tipo de desigualdad) simplemente no nos gusta. No nos da lo mismo.
Cada tanto surge el debate sobre si hay que bajar la pobreza o la desigualdad (el clásico “qué me importa si Chile es re desigual, mirá cómo bajó la pobreza”). Para mí las dos son importantes. Pero este paper nos deja un buen argumento para sostener que bajar la desigualdad debería ser un objetivo en sí mismo. Simple: porque la desigualdad (o al menos algún tipo de desigualdad), a la gente, no le gusta.
Te puede interesar
Si querés leer el paper de este envío, está acá.
Si querés leer más sobre preferencias por la distribución acá podés.
En el próximo envío
“No te cases con tu hermana (ni con tu prima)”. Leíste bien. El casamiento entre primos tiene consecuencias negativas para el desarrollo. En el próximo envío te cuento por qué.
Muy buen planteo. Desconocía el paper.
Interpreto que uno puede ver esas reacciones en barrios, por ejemplo que un vecino de la cuadra un día aparezca con un auto de alta gama. Mientras se mantenga el ingreso y las condiciones de los vecinos más cercanos, nuestra percepción sobre sus ingresos es que tienden a ganar lo mismo que nosotros y por lo tanto acceden a los mismos bienes y servicios. De esta manera se mantiene una una sociedad más igualitaria (no quiere entrar en el término de equidad). Si se rompe cierta armonía que hay entre los vecinos, uno tiende a molestase por esa diferencia de ingresos. Poniendoló en terminos del post, ese vecino estaría tal vez hoy en el decil o septil siguiente.