¡Hola! ¿Cómo estás?
Los pro-aborto-legal dicen que el aborto legal no aumenta la cantidad de abortos. No tienen razón.
Y también dicen que lo que hace es que muchas de las que quieren abortar, pero en peores condiciones. Tienen razón.
Hoy te cuento por qué cuanto te niegan un aborto que querías es menos probable que abortes y más probable que te vaya mal en la vida.
Espero que te guste. Gracias por leer.
Las preguntas de hoy
¿El aborto legal genera más abortos?
¿Cómo afecta la salud, el trabajo y la pobreza de las madres potenciales?
¿Y de los hermanos de los pibes por nacer?
Me acuerdo del debate sobre el aborto legal en Argentina hace unos años. Estaba dando vueltas este argumento (en mi opinión, ridículo) de los pro-legalidad (como yo) que decía que “la legalidad no hace que haya más abortos, solo que se hagan en mejores condiciones”. Casi que es un argumento que se pega un tiro en el pie. ¿Cómo no va a aumentar la demanda de abortos hacerlo legal? ¿cómo no va a aumentar la demanda de abortos hacerlo socialmente aceptable? ¿estamos todos locos? Me hacen enojar. No solo que obviamente lo esperable de legalizar algo es que aumente su demanda (al menos al principio), sino que en cierto sentido es exactamente la idea: dejar a la gente que haga lo que quiera sin condenarla penal ni socialmente por sus decisiones.
El problema de enfatizar tanto este argumento falso es que le saca protagonismo y casi que hasta le saca fuerza a un argumento que me parece mucho mejor: si una mujer quiere abortar y no puede hacerlo, le va a ir mucho peor en la vida (que si la hubieran dejado y entonces lo hubiera hecho). Y se supone que eso no nos gusta. Por supuesto que si tu motivo para oponerte al aborto está basado en la fe, toda esta discusión es medio irrelevante. Estás en contra porque estás en contra y punto. Y pasa algo parecido si estás a favor porque considerás que es un derecho (porque los derechos no se discuten ni se evalúa su conveniencia). Pero si estás medio en el margen, tratando de evaluar costos y beneficios de que sea legal versus que no lo sea, entonces los buenos argumentos valen la pena.
El problema es que encontrar evidencia para los buenos argumentos es difícil. No nos gusta que una mujer tenga una vida peor que la podría haber tenido por causa de no haber podido abordar legalmente, pero no sabemos si es así. Ni siquiera es obvio que en teoría sea así. Depende a qué llamamos “tener una vida mejor”, pero una historia paternalista en la que no te das cuenta de que en realidad no querés abortar y por suerte el papá Estado logró que no hicieras algo de lo que te arrepentirías no me suena descabellada. O tal vez es al revés. No querías tener al pibe, lo tuviste un poco obligada, querías trabajar y no pudiste, te afectó la salud, las posibilidades de desarrollo. Y tal vez hasta la de tu hijo y la de su hermano menor. La evidencia no te va a servir para decidir si está bien o mal que el aborto sea legal o ilegal, pero tal vez sí te da una idea de qué esperar en cada caso. Vamos al punto.
¿Cómo aleatorizamos la legalidad del aborto? Digo, en términos puramente científicos (no te quejes y seguime la abstracción) lo que querríamos hacer es tomar mujeres que quieren abortar y randomizarlas: a unas las dejamos legalmente y a las otras no. Y unos años después vemos cómo siguieron sus vidas: ¿su salud cómo estuvo? ¿Sus trabajos? ¿Sus ingresos? ¿Su bienestar?
Por suerte no somos Mengele y no hacemos estas cosas horribles. Por mala suerte, quien sí hace estas cosas es la naturaleza. El mundo está lleno de aleatoriedades y parte del trabajo de los investigadores es identificarlas para poder aprender algo del proceso. De “experimentos naturales” ya hablamos en el pasado. El del envío de hoy es un experimento natural de los de manual.
Resulta que en Colombia hay lo que podríamos llamar el aborto legal de Schrödinger. ¿Es legal? Si. ¿Es ilegal? también. Si sos una mujer y querés abortar tener que pedirle permiso al sistema judicial porque desde 2006 el aborto es legal (y un derecho constitucional) pero solamente bajo ciertas condiciones. El tema es que esas condiciones son bastante amplias pero no son necesariamente tan objetivas (por ejemplo, que la salud de la mujer esté en riesgo, no solamente por cuestiones físicas, sino emocionales o “sociales”) y por ende la decisión termina estando sujeta a cierta discrecionalidad. Y cuando hay discrecionalidad, empiezan los obstáculos: pedís la autorización del aborto y empiezan a meterte palos en la rueda, entonces no te queda otra que pedir que se respete tu derecho constitucional (rápido, por motivos obvios) y lo hacés mediante un amparo judicial, que en Colombia se llama “tutela”. La tutela le cae a un juez o una jueza que decide si te lo dan y abortas legalmente. O si no te lo dan y entonces no abortás (al menos legalmente).
Fijate que dije “un juez o una jueza”. No es casual. Juliana Lodoño, gran economista colombiana, miró junto con (quien creo que es) su alumna Estefanía Saravia datos de aborto en Colombia y encontraron este patrón: si te toca una jueza mujer (y manteniendo constantes otros atributos, como la edad o la performance académica), la probabilidad de que te niegue un aborto es 20 puntos porcentuales MENOR que si te toca un hombre: 40% versus 60% más o menos.
¿Y de que depende que te toque una jueza o un juez? Del azar. O sea que nadie aleatorizó nada a propósito, pero resulta que la naturaleza fue la que decidió si una mujer que quería abortar legalmente pudo hacerlo o no. Juliana y Estefanía juntan un montón de data para ver que pasó después de esa decisión del azar. Regalame un par de minutos para entender un poco la metodología detrás de los resultados que te voy a contar en un rato. Si estás corto de tiempo, te doy permiso para que te saltees los próximos dos párrafos aunque sabé que me vas a decepcionar como lector de este espacio y, peor, como ser humano con quien tengo que compartir el aire.
Tenés un pool de mujeres que quieren abortar y por eso presentan una tutela, para que el juez (o la jueza) autorice el aborto legal. Tirás una moneda y te toca una mujer (que te va a dar la aprobación con probabilidad 0.6) o un hombre (que te va a dar la aprobación con probabilidad 0.4). Una cosa que podríamos hacer es simplemente comprar resultados (salud, educación, ingresos, participación en el mercado de trabajo) X meses después del “pedido de autorización” entre las que cayeron con un juez y las que cayeron con una jueza. Eso estaría bien en cuanto a la causalidad porque que te toque juez o jueza es aleatorio. Pero lo podemos hacer aún mejor con una técnica de la cual ya hablamos en este espacio que se llama Variables Instrumentales.
La idea es simple. Pensá en dos pasos. Paso uno: estimame la probabilidad de que a una determinada mujer que pide la aprobación se la den, en función de si le tocó un hombre o una mujer en suerte. Esto ya lo sabemos: un mismo caso va a tener sistemáticamente mayor probabilidad de aprobación si le tocó una mujer de jueza, y eso es totalmente aleatorio. Paso dos: agarrá la probabilidad de aprobación que estimaste recién (y que, insisto, depende de factores aleatorios). Ahora fijate si las que tenían probabilidad alta de aprobación tienen mejores resultados (yo que sé, mejor salud de acá a un par de años) que las que tenían probabilidad baja. Listo.
Vamos con algunos resultados.
Primer punto, lo más obvio: si te negaron el aborto, es MUCHO más probable que tengas al pibe. Lo cual, insisto, es natural: aborto legal, al menos en principio, debería implicar menor fertilidad. Y la implica.
Segundo punto, lo presumiblemente obvio: el efecto en la salud de la mujer. Si te negaron el aborto tuviste bastantes más problemas de salud (particularmente a partir de 4 a 8 años después del evento). Un 20% más. ¿Y en la probabilidad de muerte de la madre? Que te nieguen el aborto aumenta la probabilidad de muerte en 2.5 puntos porcentuales. En principio esto se podría explicar por varios factores: que el embarazo efectivamente era de riesgo (y de hecho por eso habías pedido abortar), que te deprimiste, que te suicidaste… o que fuiste a buscar ayuda con prácticas sanitarias en, digamos, peores condiciones. Todo indica que es esto último: la negación del aborto aumenta la probabilidad de muerte y las causas se relacionan casi enteramente a problemas infecciosos. No es que dan a luz y mueren en la camilla o que tienen algún problema obstétrico extra. No, no. Infecciones.
Tercer punto, lo esperable: el efecto en la economía de la mujer. Si te negaron el aborto es más probable que no termines la escuela secundaria, es más probable que no participes del mercado laboral y, para sorpresa de absolutamente nadie, es más probable que caigas en la pobreza y que pidas ayuda social. Incluso hasta 15 años después.
Cuarto punto, lo no necesariamente tan evidente: el efecto en la composición familiar. La negación del aborto REDUCE la probabilidad de que la mujer esté casada o en cohabitación en nada más y nada menos que 9 puntos porcentuales. Y aumenta en la misma magnitud la probabilidad de estar separados o divorciados. Peor: la negación del aborto aumenta en 15 puntos porcentuales la probabilidad de ser madre soltera.
Mucho argumento en contra de la legalización del aborto se centra en el bienestar (potencial) del feto ingeniero por nacer. Mucho argumento a favor de la legalización del aborto se centra en el bienestar (potencial) de la mujer. Pero, claro, la balanza conservadora te dice que el ingeniero por nacer no decidió nada y la mujer sí, así que se tiene que hacer responsable de sus decisiones. Lo que llamativamente no aparece tanto en el debate es el bienestar de los que rodean al feto ingeniero cum laude por nacer y a la madre pecadora. Por ejemplo: el resto de la familia. Los hermanos del ingeniero feto, por caso, que tampoco decidieron nada.
Los no economistas se van a horrorizar con esto, pero es algo muy estudiado: la atención parental, el dinero, el tiempo de crianza y muchas otras cosas son limitadas. Cuando nace un nuevo hijo, por lo menos en principio hay menos recursos para más personas y eso, naturalmente, trae consecuencias. Por supuesto que tener hermanos puede traer un montón de otras cosas positivas, que terminan más que compensando las limitaciones de recursos (económicos y no tanto). Ahora, si el hermanito que llega no es tan deseado (tal vez porque la madre sabe que la plata no alcanza), esa limitación de recursos tal vez se vuelva una carga demasiado grande.
Si a tu madre le negaron el aborto de tu (futuro) hermano, la probabilidad de que vayas a la escuela unos años después del evento cae en 34 puntos porcentuales en comparación con uno como vos pero a cuya madre no le negaron el aborto. Y aumenta en 10 puntos porcentuales la probabilidad de que labures siendo un niño. Y hay más: también perdés la atención de tu familia: cae la probabilidad de que te crien tus padres.
Cierro con una reflexión general que quiero hacer hace bastante en este humilde espacio y que creo que en esta ocasión el contexto es ideal. Con contadísimas excepciones, todo lo que te cuento en este newsletter son resultados de los que los economistas llamamos “de equilibrio parcial”. Profundizo el punto, usando el ejemplo de hoy: legalizar (o prohibir) el aborto tiene potencialmente un montón de efectos no solamente sobre la persona que decide abortar y su familia (cosa sobre la que escribí hoy), sino sobre la decisión de querer abortar o incluso sobre la probabilidad de embarazarte. Suena controversial pero no debería serlo: por supuesto que cuando cambiamos los incentivos (hacemos el aborto más fácil o más difícil, más o menos aceptado socialmente), las personas cambian sus decisiones.
La pregunta de fondo que nos gustaría responder es “cómo se ve una sociedad en donde el aborto es legal versus una en la que es ilegal”. Fijate que es sutilmente diferente a la que respondimos: “en una sociedad en la que la legalidad o no de tu aborto depende de la discreción de un juez, cómo se ve tu futuro dado que te aprobaron o no el aborto legal.” Y qué sé yo, tal vez en una sociedad en donde el aborto es legal (y no es tabú) hay muchos más embarazos, muchos más abortos y entonces más problemas de salud. No lo sé y esa no es la pregunta que podemos responder con los datos que existen. Si quisiéramos responder la pregunta más general, no nos alcanzaría con que un juez determine aleatoriamente que un aborto se hace y el otro no, necesitaríamos aleatoriedad en un nivel superior: sociedades que al azar legalizar el aborto y otras que al hacer deciden no hacerlo. Difícil.
Esta limitación es una constante en los papers de economía (y, si me permitís) de las ciencias sociales en general. ¿Se puede hacer algo con esto? ¿Hay forma de encontrar respuestas más generales a preguntas importantes? Dame unos meses que en una de esas te doy unas ideas.
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El paper de hoy lo encontrás acá.
Si te interesa el tema, el chilenobritánco Damian Clarke tiene un muy buen review sobre lo que sabemos los economistas del impacto del aborto en cosas.
Seguramente escuchaste hablar del famoso paper de “aborto y crimen” (de 2001), que tuvo varias críticas metodológicas. Bueno, en 2020 los mismos autores sacaron una actualización que podés leer acá.
Y por si no agarraste la referencia del título:
En el próximo envío
“Las viudas de la globalización”. Resulta que el candidato del partido republicano es proteccionista y anti-comercio. ¿No se supone que ese es el rol de los partidos de izquierda? La próxima te cuento por qué se dio este switch. Y por qué se va a mantener.